miércoles, 16 de abril de 2008

MECANISMO DE LAS LESIONES POR DESCOMPRESION

MEDICINA HIPERBARICA
MECANISMO DE LAS LESIONES POR DESCOMPRESION
: Principios de la captación y la liberación de gases
La descompresión puede afectar a un trabajador hiperbárico por uno de dos mecanismos principales. El primero es consecuencia de la captación de gas inerte durante la exposición hiperbárica y la formación de burbujas en los tejidos durante y después de la descompresión subsiguiente. Generalmente se considera que los gases metabólicos (oxígeno y dióxido de carbono), no contribuyen a la formación de burbujas. Aunque se trata, con toda probabilidad, de una suposición falsa, el error consecuente es mínimo y, por lo tanto, en este capítulo la consideramos válida.
Durante la compresión (aumento de la presión ambiente) del trabajador y durante todo el tiempo que permanece en un entorno presurizado, la tensión del gas inerte inspirado y arterial aumenta en relación con la que ocurre en condiciones de presión atmosférica normal. Los tejidos captan los gases inertes hasta que se establece un equilibrio entre las tensiones del gas inerte inspirado, arterial y tisular. El tiempo transcurrido hasta alcanzar tal equilibrio varía desde menos de 30 minutos hasta más de un día, en función del tipo de tejido y de gas involu- crados. En particular, varía dependiendo de:
• el aporte sanguíneo al tejido;
• la solubilidad del gas inerte en la sangre y en el tejido;
• la difusión del gas inerte en la sangre y en el tejido;
• la temperatura del tejido;
• la carga local de trabajo del tejido,
• la tensión local de dióxido de carbono del tejido.


En la descompresión posterior del trabajador hiperbárico hasta la presión atmosférica normal se invierte el proceso: el gas se libera de los tejidos y finalmente se espira. La velocidad de esta liberación está determinada por los factores antes indicados, pero, por motivos que no se conocen muy bien, parece ser más lenta que la captación. Y la eliminación del gas es aún más lenta
si se forman burbujas. Los factores que influyen en la formación de burbujas son bien conocidos cualitativamente, pero no cuan- titativamente. Para que se forme una burbuja, su energía debe ser suficiente para vencer la presión ambiente, la tensión de la presión superficial y la presión del tejido elástico. Las discrepan- cias entre las predicciones teóricas (de tensión superficial y de volúmenes críticos para el crecimiento de las burbujas) y la observación real de la formación de burbujas se explican por argumentos tales como la formación de burbujas en los defectos de la superficie del tejido (vasos sanguíneos) o por la formación continua de pequeñas burbujas de vida corta (núcleos) en el organismo (por ejemplo, entre los planos de los tejidos o en las áreas de formación de cavidades. Las condiciones previas para que el gas salga de la solución tampoco están claramente defi- nidas, aunque es probable que las burbujas se formen siempre que la tensión de gas en los tejidos supere la presión ambiente. Una vez formadas, las burbujas producen lesiones (véase más adelante) y aumentan progresivamente su estabilidad al unirse e incorporar surfactantes a la superficie de la burbuja. Es posible que se formen burbujas sin descompresión si se cambia el gas inerte que respira el trabajador hiperbárico. El efecto es probablemente pequeño y los trabajadores en los que aparece repentinamente la enfermedad por descompresión después de un cambio en el gas inerte inspirado, muy probablemente tenían ya burbujas “estables” en sus tejidos.
Por consiguiente, es evidente que para una práctica del trabajo segura, debe utilizarse un programa de descompresión para evitar la formación de burbujas. Para esto, es necesario contar con un modelo de:
• la captación del gas o gases inertes durante la compresión y la exposición hiperbárica;
• la eliminación del gas o gases inertes durante y después de la descompresión,
• las condiciones para la formación de burbujas.


Es razonable afirmar que hasta la fecha no se cuenta con un modelo totalmente satisfactorio de la cinética y la dinámica de la descompresión y que los trabajadores hiperbáricos se basan en programas establecidos fundamentalmente por ensayo y error.

TRASTORNOS POR DESCOMPRESION
gran número de trabajadores de diversos sectores deben someterse a una descompresión (una disminución de la presión ambiental) como parte de su rutina de trabajo. Entre ellos están los buzos, que pueden dedicarse a diversas ocupaciones; los trabajadores de los cajones de aire comprimido, los trabajadores de túneles, los trabajadores de cámaras hiperbáricas (en su mayoría enfermeras), el personal de aviación y los astronautas. La descompresión en estas personas puede originar, y de hecho lo hace, diversos trastornos, la mayor parte de los cuales se conocen bastante bien, aunque no todos. En algunos casos, y a pesar del tratamiento, los trabajadores lesionados pueden quedar discapa- citados. Los trastornos por descompresión son objeto de una intensa labor de investigación.
En las cámaras de un sólo compartimiento presurizadas con 100 % de oxígeno, un incendio resulta mortal de forma instantánea para todos los ocupantes. El cuerpo humano es combustible en 100 % de oxígeno, especialmente a presión elevada, por lo que en una cámara de un sólo compartimiento, el paciente debe utilizar únicamente ropa de algodón para evitar las chispas estáticas de los materiales sintéticos. No es necesario tratar la ropa, pues en caso de incendio no ofrecería protección. La única forma de evitar un incendio en una cámara de un sólo compartimiento llena de oxígeno es evitando completamente cualquier fuente de ignición.
En entornos con una presión de oxígeno elevada, a presiones superiores a 10 kg/cm2, el calor adiabático debe considerarse como una posible fuente de ignición. Si el oxígeno a una presión de 150 kg/cm2 pasa rápidamente a un colector a través de una válvula esférica de apertura rápida, puede producir un efecto
“diesel” si existe una partícula de polvo por minúscula que sea. Esto puede producir una violenta explosión. Ya han ocurrido accidentes de este tipo, por lo que los sistemas con oxígeno a presión elevada no deben utilizar válvulas esféricas de apertura rápida.
El fuego es siempre una preocupación importante durante el trabajo en un túnel de aire comprimido y durante el funcionamiento de las cámaras hiperbáricas clínicas. Cuando se trabaja en un cajón de aire comprimido con paredes y techo de acero y un suelo formado exclusivamente por tierra orgánica no combustible, puede producirse una falsa sensación de seguridad. Sin embargo, incluso en tales condiciones un incendio de origen eléctrico puede quemar los aislantes, sumamente tóxicos, y matar o incapacitar a una cuadrilla de trabajadores muy rápidamente. En los túneles con encofrado de madera debajo del hormigón el peligro es aún mayor, al igual que en los túneles en los que se ha utilizado aceite hidráulico y paja para calafatear, pueden representar un combustible adicional.
En condiciones hiperbáricas, el fuego es siempre más intenso, ya que hay más oxígeno para la combustión. Un aumento del 21 % al 28 % en el porcentaje de oxígeno doblará la velocidad de combustión. A medida que aumenta la presión, aumenta la cantidad de oxígeno para la combustión. Y el aumento es igual al porcentaje de oxígeno existente, multiplicado por el número de atmósferas en términos absolutos. Por ejemplo, a una presión de 4 ATA (equivalente a 30 m de agua de mar), el porcentaje efectivo de oxígeno es del 84 % en aire comprimido. Con todo, debe recordarse que aunque la combustión se acelera notable- mente en estas condiciones, no es igual a la velocidad de combustión con un 84 % de oxígeno a una atmósfera. La razón está en que el nitrógeno presente en la atmósfera tiene un cierto efecto de extinción. El acetileno no puede utilizarse a presiones superiores a un bar, debido a sus propiedades explosivas. No obstante, es posible utilizar oxígeno y otros gases para cortar el acero. Ya se ha hecho de forma segura a presiones de hasta 3 bares, aunque ha de tenerse mucho cuidado y debe haber una persona con una manguera de incendios al lado para extinguir inmediatamente cualquier fuego que se inicie si una chispa entra en contacto con algo combustible.
Para que haya fuego es necesario que estén presentes tres elementos: el combustible, el oxígeno y una fuente de ignición. Si falta alguno de los tres, el fuego no se producirá. En condiciones hiperbáricas, es casi imposible eliminar el oxígeno, a menos que el equipo que se está utilizando pueda insertarse en el medio llenándolo o rodeándolo de nitrógeno. Si no puede eliminarse el combustible, debe evitarse la fuente de ignición. En el trabajo hiperbárico clínico, debe tenerse mucho cuidado para evitar que el porcentaje de oxígeno en la cámara de varios compartimentos aumente por encima del 23 %. Además, todo el equipo eléctrico en el interior de la cámara debe ser intrínsecamente seguro, sin posibilidad de producir un arco eléctrico. El personal de la cámara debe utilizar ropa de algodón tratada para retardar la ignición. Ha de existir un sistema de aspersión de agua, así como mangueras manuales contra incendios con una fuente independiente. Si ocurre un incendio en una cámara hiperbárica clínica, no existe la posibilidad de escapar inmediatamente, por lo que el fuego debe extinguirse utilizando la manguera y el sistema aspersor.

Ruido
Las lesiones por ruido en un entorno de aire comprimido pueden ser graves, ya que los motores de aire, los martillos neumáticos y los taladros nunca están adecuadamente equipados con silencia- dores. Se han medido niveles de ruido superiores a 125 dB en cajones de aire comprimido y en túneles, cuyos efectos son dolor físico y lesiones permanentes al oído interno. El eco en el interior de un túnel o de un cajón de aire comprimido empeora el problema.
Muchos trabajadores en entornos de aire comprimido se muestran reacios al uso de protección para los oídos, con el argumento de que bloquear el sonido de un vagón de tierra que se aproxima puede ser peligroso. Su argumento no tiene una base real, ya que la protección para los oídos, en el mejor de los casos, atenúa el sonido pero no lo elimina. Además, el trabajador puede percibir la proximidad de los vagones de tierra en movimiento no sólo por el ruido, sino por otros indicios, como las sombras en movimiento y la vibración del suelo. Sí sería motivo de preocupación una oclusión hermética del conducto auditivo mediante protectores u orejeras que ajustasen perfectamente. Si se impide el paso del aire al canal auditivo externo durante la compresión, puede producirse la compresión del oído externo, ya que el tímpano se ve impulsado hacia el exterior por el aire que entra al oído medio a través de las trompas de Eustaquio. Las orejeras protectoras habituales no suelen ser completa- mente herméticas. Durante la compresión, que representa una fracción mínima del tiempo total del turno de trabajo, pueden soltarse ligeramente en caso de que existan problemas para equi- librar la presión. Los tapones de fibra moldeados que se ajustan a la forma del canal externo protegen sin ser herméticos.
El objetivo es evitar un nivel medio de ruido superior a 85 dBA durante mucho tiempo. Todos los trabajadores de entornos de aire comprimido deberían someterse a una audiometría antes de iniciar el trabajo, de forma que pudiera controlarse la pérdida de audición causada por el alto nivel de ruido.
Los tubos de suministro de aire de las cámaras hiperbáricas y de las esclusas de descompresión pueden equiparse con silenciadores eficaces. Es importante insistir sobre este punto, ya que el ruido de la ventilación puede resultar tan molesto a los trabajadores que dejen de ventilar adecuadamente la cámara. Es posible mantener una ventilación continua con un silenciador en la fuente de suministro que no produzca más de 75 dB, aproximadamente el nivel de ruido en una oficina normal.

Otros Peligros: Trabajadores de cajones de aire comprimido y túneles
Los trabajadores de los túneles están expuestos a los accidentes habituales en la construcción pesada, con el problema adicional de una mayor incidencia de caídas y lesiones por los derrumbes. Es importante recordar que un trabajador lesionado en un entorno de aire comprimido que se haya roto las costillas ha de tratarse como si tuviera un neumotórax mientras no se demuestre lo contrario y, por lo tanto, debe tenerse mucho cuidado durante su descompresión. Si existe un neumotórax, debe resolverse a la presión de la cámara de trabajo antes de intentar la descompresión.

Otros peligros Buzos
Lesiones físicas

Buzos
En general, los buzos están expuestos al mismo tipo de lesiones físicas que cualquier trabajador del sector de la construcción pesada. La rotura de cables, la caída de pesos, las contusiones por aplastamiento que originan las máquinas, las grúas, etc., son bastante comunes. Sin embargo, bajo el agua, el submarinista está expuesto a ciertas lesiones exclusivas, que no ocurren en ninguna otra actividad.
Conviene guardarse, sobre todo, de las lesiones por succión o atrapamiento. Cuando se trabaja en las proximidades de una abertura en el casco de un barco, en un cajón de aire comprimido cuyo nivel de agua es más bajo en el lado opuesto al que está el submarinista o en una presa, puede ocurrir este tipo de accidente. Los buzos suelen referirse a este tipo de situación como quedar atrapado por “agua pesada”.
Para evitar situaciones peligrosas en las que un brazo, una pierna o todo el cuerpo pueda ser succionado por una abertura, como un túnel o un tubo, deben tomarse las precauciones máximas para precintar las válvulas de los tubos y las compuertas de inundación en los diques, de forma que no puedan abrirse mientras el submarinista está en el agua cerca de ellos. Lo mismo ocurre con las bombas y las tuberías de los barcos en las que el submarinista está trabajando.
Entre las lesiones que pueden producirse están: edema e hipoxia de la extremidad atrapada, suficiente para causar la necrosis del músculo; daño permanente a los nervios o incluso la pérdida de todo el miembro; o aplastamiento importante de una parte del cuerpo o del organismo completo, de forma que cause la muerte por trauma masivo. El atrapamiento en agua fría durante un período prolongado puede causar la muerte del submarinista por la exposición. Si el submarinista utiliza un equipo de buceo, cabe la posibilidad de quedarse sin aire y ahogarse antes de que pueda efectuarse el rescate, a menos que se le suministren tanques adicionales.
Es fácil que se produzcan lesiones por las hélices, que se evitan precintando la maquinaria principal de propulsión del barco mientras el submarinista está en el agua. Debe recordarse, sin embargo, que los barcos con turbinas de vapor, cuando están en puerto, no dejan de girar las hélices, lentamente, mediante el virador, para evitar que las aspas de la turbina se enfríen y se distorsionen. Por eso, si un submarinista tiene que trabajar en una de las aspas (por ejemplo, para tratar de liberar cables enganchados), procurará mantenerse alejado cuando ésta se aproxime a la parte más estrecha, próxima al casco.
La compresión de todo el organismo es una lesión exclusiva de los buzos de profundidad que utilizan escafandras con un casco de cobre acoplado a la vestidura de caucho flexible. Si no existe una válvula de comprobación o válvula antiretorno en el punto en que el tubo de aire se conecta al casco, un corte del suministro de aire en la superficie origina un vacío inmediato en el casco, que puede succionar todo el cuerpo a su interior. Los efectos son instantáneos y devastadores. Por ejemplo, a una profundidad de 10 m, se ejerce una fuerza de cerca de 12 toneladas sobre las partes blandas del traje del submarinista. Si se deja de presurizar el casco, esa fuerza empuja el cuerpo al interior del casco. Un efecto similar se produce si el submarinista cae repentinamente y no logra activar el aire de compensación. Pueden producirse lesiones graves o incluso la muerte si ocurre cerca de la superficie, ya que una caída de 10 metros desde la superficie reduce a la mitad el volumen de la vestidura. Si la caída ocurre entre 40 y 50 m de profundidad sólo se reduce el volumen en un 17 %. Tales cambios de volumen se explican por la ley de Boyle.
Trabajadores de cámaras hiperbáricas

El tratamiento con oxígeno hiperbárico es cada vez más frecuente en todo el mundo; actualmente hay unas 2.100 instalaciones de cámaras hiperbáricas en funcionamiento. Muchas de estas cámaras son unidades con varios compartimientos, presurizados con aire comprimido a valores barométricos entre 1 y 5 kg/cm2. Los pacientes respiran oxígeno al 100 %, a presiones de hasta 2 kg/cm2. A presiones superiores, se les suministra una mezcla de gases para el tratamiento de la enfermedad por descompresión. Los trabajadores de las cámaras, sin embargo, suelen respirar aire comprimido y su exposición en la cámara es similar a la que está sometido un submarinista o un trabajador en un entorno de aire comprimido.
Habitualmente, el trabajador de una cámara con varios compartimientos es una enfermera, un terapeuta respiratorio, un antiguo submarinista o un técnico hiperbárico. Los requisitos físicos para estos trabajadores son similares a los de los trabajadores de los cajones de aire comprimido. Ahora bien es importante recordar que una proporción importante del personal de las cámaras hiperbáricas son mujeres. Excepto en caso de embarazo, tienen la misma probabilidad de presentar efectos adversos por el trabajo en entornos de aire comprimido que los hombres. Cuando una mujer embarazada se expone al aire comprimido el nitrógeno atraviesa la barrera placentaria y se alcanza al feto. Durante la descompresión se forman burbujas de nitrógeno en el sistema venoso. Se trata de burbujas silenciosas que, si son pequeñas, no causan ningún daño, ya que se eliminan fácilmente por el filtro pulmonar. No es conveniente, sin embargo, dejar que las burbujas lleguen al feto. Los estudios realizados indican que es posible que el feto sufra daños en tales circunstancias. Según uno de ellos, los defectos neonatales son más frecuentes en los hijos de mujeres que han practicado el submarinismo durante el embarazo. Debe evitarse la exposición de las mujeres embarazadas a las condiciones de las cámaras hiperbáricas y aplicarse políticas adecuadas que contemplen tanto los aspectos médicos como los legales. En virtud de lo cual, es necesario prestar información a las mujeres que trabajan en tales entornos sobre los riesgos que entrañan durante el embarazo, y organizar correctamente la asignación de tareas y ofrecer programas de educación sanitaria.
Debe señalarse, sin embargo, que las pacientes embarazadas pueden recibir tratamiento en una cámara hiperbárica, ya que respiran oxígeno al 100 %, y por lo tanto, no tienen el riesgo de la embolización por nitrógeno. Se ha demostrado a partir de amplios estudios clínicos que la preocupación de que el feto tenga un mayor riesgo de presentar fibroplasia retrolental o retinopatía del recién nacido es infundada. Tampoco se ha relacionado el cierre prematuro del conducto arterial del paciente con la exposición.

Instrucciones para los trabajadores en entornos de aire comprimido. (II)
Si está resfriado o tiene un ataque de alergia, es preferible no someterse a la
compresión hasta que lo haya superado. Los resfriados dificultan o hacen
imposible equilibrar los oídos o senos nasales.
• En raras ocasiones, algunas personas pueden sentir dolor en un diente
empastado. Sucede así si existe aire bajo el empaste que no puede equilibrarse
fácilmente. Si le comenta el problema a su dentista, él encontrará la solución. Los
dientes no empastados, incluso si tienen caries, no suelen presentar problemas.
• Los dientes postizos y las lentes de contacto blandas, así como las gafas
normales, pueden utilizarse con total seguridad en el entorno de aire comprimido.
• Si alguien llegase a sufrir una lesión grave en el pecho, en la espalda o en la
caja torácica mientras trabaja en el túnel presurizado, deberá tener especial
cuidado antes y durante la descompresión. Si la víctima tiene una costilla rota
que ha perforado el pulmón, el aire puede escapar del pulmón y colapsar el
pulmón sano al expandirse en la caja torácica durante la descompresión.
Cualquier persona de la que se sospeche que pueda tener una lesión de este tipo
debe ser examinada por el médico especialista en aire comprimido antes de
someterse a la descompresión. La descompresión deberá realizarse bajo la
supervisión del médico.
• Durante la descompresión, el aire de la esclusa se enfriará. Se conoce como
“enfriamiento por descompresión” y es un fenómeno completamente normal.
También puede producirse niebla en la cámara. La temperatura volverá a ser
normal y la niebla desaparecerá en cuanto la presión deje de variar y llegue a la
superficie.
• Es muy importante que respire normalmente durante la descompresión y no
retenga la respiración por ningún motivo; el aire debe entrar y salir libremente de
los pulmones para evitar que se quede atrapado. Si esto sucediese, los pulmones
se expandirían excesivamente y, en teoría, podrían romperse, lo que produciría la
entrada de aire en el torrente sanguíneo, con consecuencias muy graves para el
cerebro. Se conoce como embolismo por aire. Aunque se presenta en algunos
buzos, nunca se ha demostrado que ocurra en los trabajadores de túneles. Sin
embargo, debe saber que existe la posibilidad teórica y cuáles son los síntomas:
pérdida de consciencia, parálisis de un lado del cuerpo, o una pupila de mayor
tamaño que la otra. Si aparecen los síntomas, lo hacen inmediatamente (en
segundos) después de la descompresión y no es posible que ocurran después. Si
alguien pierde la consciencia al salir de la cámara, será llevado inmediatamente a
la cámara de recompresión indicada y se notificará al médico especialista en aire
comprimido.
• Si sigue sintiendo dolor, debilidad u hormigueo en cualquier parte del cuerpo
después de salir de la cámara de descompresión, puede ser un indicio de
enfermedad por descompresión. Si tiene sensación de “pinchazos” en las piernas
o torpeza en las manos, los brazos y las piernas, debe considerarse como
enfermedad por descompresión con burbujas en la médula espinal mientras no se
demuestre lo contrario. Otros síntomas pueden ser vértigo y náuseas (“vahídos”)
o dificultad para respirar (“ahogo”). Si presenta cualquiera de estos síntomas,
comuníqueselo inmediatamente al médico de la cámara de recompresión.
• Evite el uso de relojes con carátula redonda en la cámara de trabajo a menos que
indiquen expresamente que son resistentes a la presión. En ocasiones, el aire
comprimido puede introducirse en un reloj “impermeable” y al expandirse durante
la descompresión, hacer que la carátula se caiga. Los relojes cuadrados son
suficientemente permeables y esto no ocurre.
• No vuele en aviones comerciales o privados durante al menos 24 horas después
de la descompresión de un turno de trabajo. No practique el submarinismo
durante 24 horas antes y después del trabajo en aire comprimido.

Instrucciones para los trabajadores en entornos de aire comprimido.
Nunca “acorte” el tiempo de descompresión indicado por su superior y por el
código oficial de descompresión utilizado. El tiempo que se gana no compensa
el riesgo de enfermedad por descompresión (ED), una enfermedad que puede
causar la muerte o discapacidades.
• No se siente en una posición “encogida” durante la descompresión. Así se
favorece la acumulación de burbujas de nitrógeno en las articulaciones y, por lo
tanto, aumenta el riesgo de ED. Debido a que seguirá eliminando nitrógeno de
su organismo después de que haya salido del trabajo, evite también dormir
o descansar en esta posición.
• Utilice agua tibia para ducharse o bañarse hasta seis horas después de la
descompresión; el agua muy caliente puede originar o empeorar una situación
de enfermedad por descompresión.
• La fatiga excesiva, la falta de sueño y el exceso de alcohol la noche previa
también pueden contribuir a que se produzca la enfermedad por descompresión.
Nunca debe ingerirse alcohol o aspirina como “tratamiento” para el dolor
producido por la enfermedad por descompresión.
• La fiebre y las enfermedades, como un fuerte resfriado, aumentan el riesgo de
enfermedad por descompresión. Asimismo, las tensiones musculares y las
lesiones en fibras y ligamentos son sitios “favoritos” para que se inicie la ED.
• Si se presenta enfermedad por descompresión fuera del lugar de trabajo,
póngase inmediatamente en contacto con el médico de la empresa o con un
médico que tenga experiencia en tratar esta enfermedad. Lleve puestos en todo momento su brazalete o insignia de identificación.
• Deje todos los artículos de fumar en su taquilla. El aceite hidráulico es
inflamable y en caso de iniciarse un incendio en el entorno cerrado del túnel,
podrían producirse grandes daños y el cierre del trabajo, lo cual le dejaría sin
empleo. Debido a que el aire es más denso en el interior del túnel por la
compresión, los cigarrillos conducen el calor y se calientan tanto que no es
posible sostenerlos a medida que se consumen.
• No lleve termos con el almuerzo a menos que recuerde aflojar la tapa durante
la compresión; si no lo hace, el tapón se introducirá en la botella. Durante la
descompresión, también debe aflojar la tapa para que la botella no explote.
Los termos con un vidrio muy frágil pueden implosionar cuando se aplica
presión, aunque la tapa esté suelta.
• Una vez que se cierra la compuerta de aire y comienza a aumentar la presión,
observará que el aire se calienta. Esto se conoce como “calor de compresión”
y es normal. Cuando deja de variar la presión, el calor se disipará y la
temperatura volverá a ser normal. Durante la compresión, lo primero que
notará es que se le taponan los oídos. A menos que logre “destaparlos”
tragando, bostezando o tapándose la nariz e intentando “expulsar el aire por
los oídos”, sentirá dolor de oídos durante la compresión. Si no logra destaparse
los oídos, indíqueselo al jefe de turno inmediatamente para que detenga la
compresión, pues podría llegar a romperse el tímpano o experimentar una
compresión grave del oído. Una vez que se haya alcanzado la presión máxima,
ya no tendrá problemas con los oídos durante el resto del turno.
• Si tras la compresión siente en los oídos un zumbido, un pitido o sordera
persistente durante varias horas, indíqueselo al médico especialista en aire
comprimido para que evalúe la situación. En situaciones extremadamente
graves, aunque muy poco frecuentes, puede resultar afectada una parte de la
estructura del oído medio distinta al tímpano, si tiene mucha dificultad para
destapar los oídos; en ese caso, el problema debe corregirse quirúrgicamente en
los dos o tres primeros días para evitar un problema permanente.

Perforación de túneles con aire comprimido (II)
En los túneles grandes, de más de cuatro metros de diámetro, deben existir dos esclusas: una, denominada compuerta de tierra, para el paso de los vagones de tierra y la otra, la esclusa del personal, colocada por lo general sobre la anterior, para el paso de los trabajadores. En los proyectos grandes, la esclusa del personal consta generalmente de tres compartimientos, de forma que los ingenieros, los electricistas, etc. puedan bloquear o desbloquear el acceso para cada cambio de turno que debe someterse a descompresión. Las grandes esclusas para el personal suelen construirse fuera del muro de sostén de hormigón principal, de manera que no tengan que soportar la fuerza compresora externa de la presión del túnel al abrirlas al aire exterior.
En los grandes túneles subacuáticos se levanta una pantalla de seguridad, que abarca la mitad superior del túnel, para propor- cionar cierto grado de protección en caso de que el túnel se inunde repentinamente debido a una explosión durante la perforación bajo un río o un lago. La pantalla de seguridad suele colocarse lo más cerca posible del frente, lejos de la maquinaria de excavación. Se coloca un puente o paso colgante entre la pantalla y las esclusas, de manera que pase al menos un metro por debajo del borde inferior de la pantalla. Con ello se permite a los trabajadores el acceso a la esclusa del personal en caso de inundación repentina. La pantalla de seguridad también se utiliza para atrapar los gases ligeros que pueden ser explosivos; Puede pasarse una línea de limpieza a través de la pantalla y acoplarse a una línea de succión o extracción. Si se produce un fallo de la válvula, esto puede ayudar a purgar los gases ligeros del ambiente de trabajo. Debido a que la pantalla de seguridad se extiende hasta casi la mitad del túnel, sólo puede emplearse en túneles de al menos 3,6 m. Debe advertirse a los trabajadores que se mantengan alejados del extremo abierto de la línea de limpieza, ya que pueden producirse accidentes graves si el tubo succiona la ropa que llevan puesta.
En la Tabla 36.1 se muestra una lista de instrucciones que deben proporcionarse a los trabajadores la primera vez que acceden al entorno de aire comprimido.
El médico o profesional de la salud en el trabajo para el proyecto del túnel tiene la responsabilidad de garantizar que se aplican las normas sobre pureza del aire así como todas las medidas de seguridad. El cumplimiento de los programas de descompresión elaborados también debe vigilarse cuidadosa- mente mediante un examen periódico de las gráficas de registro de presión del túnel y de las esclusas del personal.

Perforación de túneles con aire comprimido
Debido al crecimiento de la población, los túneles son cada vez más importantes, tanto para la eliminación de aguas residuales, como para la construcción de vías rápidas y servicios ferroviarios subterráneos en los grandes centros urbanos. Y a menudo han de atravesar tierras blandas a una profundidad considerablemente inferior al nivel freático local. Cuando el túnel debe pasar por debajo de un río o un lago, la única forma de garantizar la seguridad de los trabajadores es llenando de aire comprimido el túnel. Esta técnica, conocida como “cámara de empuje”, utiliza un escudo hidráulico en la parte anterior, con aire comprimido para retener el agua. Bajo los grandes edificios de los centros urbanos también es necesario el aire comprimido para evitar que ceda la superficie; de lo contrario, pueden cuartearse los cimientos y producirse hundimientos de las aceras y calles y daños en las tuberías y otros servicios.
Para presurizar un túnel se construyen muros de sostén transversales para proporcionar los límites de presión. En los túneles más pequeños, de menos de 3 metros de diámetro, se utiliza una esclusa simple o combinada para el acceso de trabajadores y materiales y para retirar la tierra excavada. Las puertas incluyen secciones de vía desmontables, de forma que puedan accionarse sin que se lo impidan los raíles de los vagones de tierra. Los muros de sostén tienen varias perforaciones para permitir el paso de aire a alta presión para las herramientas, y a baja presión para presurizar el túnel; de mangueras extintoras, de los cables de los barómetros, de las líneas de comunicaciones, de los cables de suministro eléctrico para el alumbrado y de la maqui- naria y los tubos de succión para la ventilación y para la extracción del agua. A estos últimos se les denomina líneas de extracción o “líneas de limpieza”.
El tubo de suministro de aire a baja presión, de 15 a 35 cm de diámetro, según el tamaño del túnel, debe llegar hasta el frente del área de trabajo para garantizar una buena ventilación para los trabajadores. Un segundo tubo de aire a baja presión, del mismo tamaño, debe extenderse también a través de ambos muros de sostén y terminar en el interior del muro interno, para suministrar aire en caso de una ruptura u obstrucción en el tubo principal de aire. Los tubos deben estar provistos de válvulas de aleteo que se cierran automáticamente para evitar la despresuri- zación del túnel si se rompe el tubo de suministro. El volumen de aire necesario para ventilar eficazmente el túnel y mantener bajos los niveles de CO2 varía mucho en función de la porosidad del suelo y de la proximidad del recubrimiento de hormigón al escudo. En ocasiones, los microorganismos del suelo producen grandes cantidades de CO2, lo que hace necesario más aire. Otra propiedad útil del aire comprimido es que tiende a extraer de los muros los gases explosivos, como el metanoya expulsarlos del túnel. Esto es importante cuando se desea colocar minas en áreas en las que se han derramado solventes como gasolina o desengrasantes y han saturado el suelo.
La norma general, desarrollada por Richardson y Mayo (1960), es que el volumen de aire necesario puede calcularse multiplicando el área del frente de trabajo en metros cuadrados por seis y añadiendo seis metros cúbicos por trabajador. De esta forma se obtienen los metros cúbicos de aire necesarios por minuto. Si se utiliza esta cifra, pueden cubrirse prácticamente la mayor parte de las eventualidades.
La manguera contra incendios también debe extenderse hasta la parte anterior y estar provista de conexiones para mangueras cada seis metros, para utilizarse en caso de incendio. Debe haber treinta metros de manguera imputrescible acoplada a las salidas principales de agua contra incendios.

Cajones de aire comprimido (III)
Los japoneses han desarrollado un sistema automatizado de cajón de aire comprimido y excavadora, en el cual se utiliza para la extracción una pala excavadora hidráulica, accionada por control remoto, que puede alcanzar todos los extremos del cajón. La pala excavadora, controlada por televisión desde la superficie, vierte la tierra orgánica en los cangilones, que se izan desde fuera de la campana. Con este sistema, el cajón puede descenderse hasta una presión ilimitada. Los trabajadores única- mente necesitan entrar a la cámara de trabajo cuando tienen que reparar la maquinaria excavadora, o bien retirar o destruir los obstáculos grandes que aparecen debajo de los bordes cortantes del cajón y que la pala excavadora controlada desde la superficie no puede retirar. En estos casos, los trabajadores entran por períodos cortos de tiempo, de forma similar a los buzos, y pueden respirar aire o una mezcla de gases a presión elevada para evitar la narcosis por nitrógeno.
Cuando el personal trabaja durante turnos prolongados en aire comprimido, a presiones superiores a 0,8 kg/cm2 (0,8 bars), deben realizar una descompresión por etapas. Para ello se acopla una gran cámara de descompresión, dentro del propio cajón, a la parte superior del cilindro de los trabajadores. Si no hay suficiente espacio, se acoplan al cilindro “cámaras de burbuja”, pequeños recintos que admiten a un número reducido de trabajadores de pie. En ellas se realiza una descompresión preliminar, cuando el tiempo de exposición de los trabajadores ha sido relati- vamente corto. Posteriormente, con un exceso de gas considerable aún en su organismo, los trabajadores realizan una descompresión rápida hasta la superficie. Allí son trasladados inmediatamente a una cámara de descompresión normal, situada en ocasiones en un barco adyacente, donde, tras some- terse de nuevo a la presurización, realizar una descompresión lenta. En el trabajo con aire comprimido, este proceso se denomina “trasiego” y fue bastante común tanto en Inglaterra como en el resto del mundo, pero actualmente está prohibido en Estados Unidos. El objetivo es volver a presurizar a los trabajadores antes de transcurridos cinco minutos, cuando las burbujas pueden aumentar de tamaño y empezar a producir síntomas. Sin embargo, entraña un peligro en sí mismo, debido a la dificultad de trasladar un grupo grande de trabajadores de una cámara a otra. Si un trabajador tiene problemas para destaparse los oídos durante la represurización, puede poner en peligro a todo el grupo. Existe un procedimiento mucho más seguro, la “descopresión de superficie”, utilizada por los buzos, en el que sólo se realiza la descompresión de uno o dos trabajadores al mismo tiempo. A pesar de todas las precauciones adoptadas en el proyecto del Harbour Bridge de Auckland, en ocasiones transcurrieron hasta ocho minutos antes de que pudiera presurizarse nuevamente a los trabajadores.
Cajones de aire comprimido (II)
Las personas que trabajan en el cajón presurizado están expuestas al aire comprimido y pueden presentar los mismos problemas fisiológicos que los buzos que trabajan a gran profun- didad. Entre estos están la enfermedad por descompresión, el barotrauma de los oídos, las cavidades sinusales y los pulmones y, si los programas de descompresión son inadecuados, el riesgo de necrosis aséptica ósea (osteonecrosis disbárica) a largo plazo.
Es importante establecer una velocidad de ventilación para eliminar el CO2 y los gases que emanan del suelo orgánico (en especial, metano), así como los humos producidos por las opera- ciones de soldadura o corte en la cámara de trabajo. Una norma general consiste en proporcionar seis metros cúbicos de aire por minuto por cada trabajador en la campana. También se debe considerar el aire que se pierde cuando se utilizan las esclusas para el paso del personal y los materiales. Puesto que el nivel del agua ha de mantenerse justo a la misma altura que el borde cortante, es necesario aplicar aire de ventilación, ya que el exceso de agua tiende a filtrarse por los bordes. Es necesaria una segunda fuente de aire, de la misma capacidad que la primera, con una fuente de alimentación independiente, para situaciones de emergencia en que fallen el compresor o la alimentación. En muchas zonas, esto es un requisito legal.
En ocasiones, si el suelo que se va a dinamitar es homogéneo y de arena, se instalan tubos de extracción que alcanzan la superficie. La presión en el cajón extrae la arena de la cámara de trabajo cuando el extremo del tubo de extracción se coloca en pozo, al que se vierte la arena excavada. Cuando aparece grava gruesa, rocas o bloques de minerales, éstos se fragmentan
y se extraen utilizando los cangilones convencionales.
En caso de que el cajón no se hunda a pesar del peso añadido encima de la misma, puede ser necesario retirar a los trabajadores de la campana y reducir la presión de aire en la cámara de trabajo para que el cajón caiga. Debe añadirse hormigón, o permitir el paso de agua a los pozos de la estructura del muelle que rodean los cilindros de aire sobre el cajón para reducir la tensión sobre el diafragma de la parte superior de la cámara de trabajo. Cuando se inicia un trabajo con un cajón de aire comprimido, es necesario instalar estribos o soportes de segu- ridad en la cámara de trabajo para evitar que el cajón aplaste a los trabajadores en el caso de que caiga bruscamente. Por motivos prácticos, existen limitaciones a la profundidad a la que pueden bajarse los cajones de aire comprimido cuando los trabajadores acostumbran a colocar las minas manualmente en el suelo orgánico. Una presión de 3,4 kg/cm2 en un barómetro
(3,4 bars o 35 m de agua) es el límite máximo aceptable debido a la descompresión de los trabajadores.
Cajones de aire comprimido (I)
Un cajón de aire comprimido es simplemente un gran cajón invertido, de las mismas dimensiones que los cimientos del muelle, construido por lo general en dique seco y trasladado después al sitio al que está destinado, donde ha de colocarse con mucho cuidado. Una vez allí, se llena de agua y se hunde hasta que toca el fondo. Posteriormente, se aplica peso para desplazar la campana hacia abajo, a medida que se construye el muelle. El objeto del cajón de aire comprimido es proporcionar un método para atravesar un terreno blando y apoyar el muelle sobre la roca sólida o sobre un estrato geológico adecuado que pueda soportar el peso. Una vez que se ha sumergido todo el cajón en el fondo, se introduce aire comprimido en el interior y se extrae el agua, dejando un suelo orgánico que los trabajadores de la campana pueden excavar. Los bordes de la campana consisten en cuñas cortantes de acero que siguen descendiendo a medida que se extrae la tierra de debajo de la campana y se aplica peso por la parte superior durante la construcción del pilar del muelle. Cuando se alcanza el lecho de roca, la cámara de trabajo se llena de hormigón y se convierte en la base permanente para la cimentación del muelle.
Los cajones de aire comprimido se han utilizado con éxito desde hace casi 150 años para trabajos de cimentación a profundidades de hasta 31,4 m por debajo del nivel medio del agua, como en el caso del muelle nº 3 de Harbour Bridge en Auck- land, Nueva Zelanda, en 1958.

El cajón de aire comprimido suele tener un cilindro de acceso para los trabajadores, que pueden descender por una escalera o por un ascensor mecánico, y otro cilindro independiente para los cangilones donde se coloca la tierra extraída. En cada uno de los extremos de los cilindros hay unas compuertas herméticas que permiten mantener constante la presión de la campana durante la entrada y la salida de trabajadores y materiales. La compuerta superior del cilindro para tierra tiene un collarín sellado por presión por el que puede deslizarse el cable elevador de los cangilones de tierra. La compuerta inferior se cierra antes de abrir la compuerta superior. Dependiendo del diseño, puede ser necesario un sistema de enclavamiento de las compuertas para mayor seguridad. La presión debe equilibrarse en ambos lados de la compuerta para poder abrirla. Puesto que las paredes del cajón están hechas por lo general de acero o de hormigón, no existen prácticamente escapes de la cámara cuando está presurizada, excepto por debajo de los bordes. La presión se eleva progresivamente hasta un valor ligeramente superior al necesario para equilibrar la presión del agua en el borde cortante de la cuña.

Trabajo en cajones de aire comprimido y en la perforación de túneles
En el sector de la construcción se hace necesario a veces excavar o perforar un túnel en un terreno totalmente saturado de agua, que se encuentra debajo del nivel freático local o en el fondo de un curso de agua, como un río o un lago. Un método, comprobado por la experiencia, de resolver esta situación es aplicar aire comprimido al área de trabajo para extraer el agua de la tierra, secándola lo suficiente para que pueda dinamitarse. Se ha aplicado tanto en los cajones de aire comprimido utilizados para la construcción de muelles como para la perforación de túneles en terrenos blandos (Kindwall 1994b).

Descompresión del personal de las cámaras hiperbáricas
Los programas de descompresión de aire de la Marina de EE.UU. se diseñaron para que la incidencia de ED no superara el 5 %. Se trata de un valor satisfactorio para el trabajo de inmersión, pero demasiado elevado para los trabajadores de las cámaras hiperbáricas en entornos clínicos. Los programas de descompresión para estos trabajadores se basan en los programas navales, pero debido a la frecuencia de la exposición, que suele estar en los límites de la tabla, es necesario prolongar notablemente los tiempos y sustituir por oxígeno el aire comprimido respirado durante la descompresión. Por prudencia, se recomienda realizar una parada de dos minutos mientras se respira oxígeno a una profundidad al menos tres metros mayor que la indicada en el programa descompresión elegido. Por ejemplo, si la tabla de la Marina de EE.UU. indica una parada de descompresión de tres minutos a tres metros, respirando aire, después de una exposición de 101 minutos a 2,5 ATA, un programa de descompresión aceptable para un trabajador de una cámara hiperbárica sometido a la misma exposición incluiría una parada de dos minutos a 6 m respirando oxígeno, seguida por otra de diez minutos a 3 m, respirando oxígeno. Cuando ponen en práctica los programas modificados de esta forma, la incidencia de ED entre los trabajadores es muy baja (Kindwall 1994a).
Además de proporcionar un “período de oxígeno” cinco veces superior para la eliminación del nitrógeno, el aporte de ese gas proporciona otras ventajas. Se ha demostrado que el aumento de la PO2 en la sangre venosa reduce la sedimentación sanguínea, la aglomeración de los leucocitos y el fenómeno de no reflujo, aumenta la flexibilidad de los eritrocitos y facilita su paso por los capilares, y contrarresta la disminución de la capacidad de deformación y filtrado de los leucocitos expuestos al aire comprimido.
Es evidente que todos los trabajadores que utilizan la descompresión con oxígeno han de recibir una formación adecuada y conocer el riesgo de incendios. No debe haber combustibles ni fuentes de ignición en el entorno de la cámara de descompresión; debe utilizarse un sistema de expulsión al exterior para extraer de la cámara el oxígeno exhalado y deben instalarse varios monitores con alarmas que se activen si el oxígeno de la cámara supera el 23 %.
El trabajo con aire comprimido o el tratamiento de pacientes clínicos en condiciones hiperbáricas puede tener unos resultados beneficiosos para el trabajo o para la remisión de la enfermedad, imposibles en otras condiciones. Si se siguen las normas para el uso seguro de estas técnicas, no hay riesgo significativo de daño disbárico para los trabajadores.

Descompresión en el trabajo en cajones de aire comprimido y en la perforación de túneles
Ninguna de las tablas descompresión de aire que requieren la respiración de aire durante la descompresión, muy utilizadas actualmente, resulta segura para los trabajadores de los túneles. En Estados Unidos, se ha demostrado que los programas de la administración federal vigentes en materia de descompresión (Estatutos del Departamento de Trabajo de EE.UU. 1971) que exige la Occupational Safety and Health Administration (OSHA), producen ED en uno o más trabajadores el 42 % de los días laborables, cuando se utilizan a presiones entre 1,29 y 2,11 bars. A presiones superiores a 2,45 bares, se ha demostrado que producen una incidencia del 33 % de necrosis aséptica ósea (osteonecrosis disbárica). Las tablas británicas Blackpool también tienen fallos. Durante la construcción del metro de Hong Kong, el 83 % de los trabajadores que utilizaron estas tablas presentaron síntomas de ED. Asimismo, se ha demostrado que producen una incidencia de osteonecrosis disbárica de hasta un 8 % a presiones relativamente moderadas.
Las nuevas tablas de descompresión de oxígeno alemanas, elaboradas por Faesecke en 1992, se han utilizado con éxito en la construcción del túnel que atraviesa el canal de Kiel. Las nuevas tablas de oxígeno francesas también parecen excelentes en teoría, pero aún no se han utilizado en un proyecto de gran envergadura.
Con la ayuda de un ordenador, que analizó los datos de inmersiones comerciales con o sin éxito recopilados durante 15 años, Kindwall y Edel elaboraron las tablas de descompresión para cajones del US National Institute for Occupational Safety and Health en 1983 (Kindwall, Edel y Melton1983), a partir de un enfoque empírico que eliminaba los inconvenientes de los modelos matemáticos. Estos últimos se utilizaron únicamente para interpolaciones a partir de los datos reales. Los resultados de la investigación en la que se basaron las tablas muestran que cuando se respiraba aire durante la descompre- sión, el programa de las tablas no producía ED. Ahora bien, los tiempos utilizados eran excesivamente largos y, por lo tanto, poco prácticos para el sector de la construcción. Cuando se calculó la variante de oxígeno de la tabla, sin embargo, se observó que el tiempo de descompresión podía acortarse a tiempos similares, o incluso menores, a los de las tablas OSHA actuales, mencionadas antes. Las nuevas tablas se aplicaron posteriormente a individuos no habituados de distintas edades, a presiones entre 0,95 y 3,13 bars, variables en incrementos de 0,13 bars. Los niveles medios de trabajo se simularon mediante el levantamiento de peso y el uso del tapiz rodante durante la exposición. Los tiempos de exposición fueron lo más largos posible, combinando el tiempo de trabajo y el tiempo de descompresión y ajustándolos a una jornada laboral de ocho horas. Estos son los únicos programas que se utilizarán en la práctica real para el trabajo por turnos. No se describió ED durante las pruebas y la exploración y radiografías óseas no mostraron osteonecrosis disbárica. Hasta la fecha, estos son los únicos programas de descompresión probados en laboratorio que existen para los trabajadores en entornos de aire comprimido.

Descompresión: Descompresión de los buzos
La mayoría de los programas modernos de descompresión para buzos y trabajadores de cajones de inmersión se basan en modelos matemáticos similares a los desarrollados inicialmente por J.S. Haldane en 1908, a raíz de ciertas observaciones empíricas sobre los parámetros de descompresión permisibles. Haldane observó que las cabras toleraban una reducción de la presión a la mitad sin presentar síntomas. A partir de ahí, para facilitar los cálculos matemáticos, elaboró un modelo basado en cinco tejidos corporales distintos con diferentes velocidades de carga y descarga de nitrógeno, basándose en la ecuación clásica de semivida. A continuación, elaboró unas tablas de descompresión que no superaban la relación 2:1 en ninguno de los tejidos. Posteriormente, el modelo de Haldane se ha modificado empíri- camente para ajustarlo a la tolerancia observada en los buzos. Sin embargo, todos los modelos matemáticos para la carga y la eliminación de gases tienen algún fallo, ya que no existe ninguna tabla de descompresión en la que la seguridad se mantenga o aumente a medida que aumenta el tiempo o la profundidad de la inmersión.
Las tablas de descompresión más fiables en este momento para el buceo con aire comprimido son probablemente las de la Marina canadiense, conocidas como tablas DCIEM (Defence and Civil Institute of Environmental Medicine). Estas tablas han sido comprobadas exhaustivamente con buzos no habituados en condiciones muy diversas y ofrecen una tasa muy baja de enfermedad por descompresión. Otras tablas de descompresión comprobadas en situaciones reales son las normas nacionales francesas, elaboradas originalmente por la empresa francesa de submarinismo Comex.
Las tablas de descompresión de la Marina de EE.UU. no son fiables, especialmente cuando se utilizan en condiciones límite. En la práctica, los buzos experimentados de la Marina de EE.UU. realizan la descompresión a mayor profundidad [3 m(10 pies)] o durante más tiempo que los indicados. Las Tablas de descompresión de aire para la exposición excepcional son particularmente poco fiables y su utilización ha dado lugar a enfermedad por descompresión en un 17 % a 33 % de todas las inmersiones experimentales. En general, las paradas de descompresión indicadas en las tablas de la Marina de EE.UU. se realizan a muy poca profundidad.

Descompresión: Habituación
La habituación o aclimatación es un fenómeno que se presenta en los buzos y en los trabajadores en entornos de aire comprimido, en virtud del cual se vuelven menos susceptibles a la ED después de varias exposiciones. La aclimatación puede producirse al cabo de aproximadamente una semana de exposición diaria, pero se pierde tras una interrupción del trabajo de entre 5 días y una semana, o por un aumento repentino de la presión. Por desgracia, las empresas constructoras confían en la aclimatación para realizar trabajos que se consideran inadecuados en cualquier tabla de descompresión. Para aprovechar al máximo la utilidad de la aclimatación, los trabajadores nuevos suelen comenzar a trabajar la mitad del turno para permitir que se habi- túen sin presentar ED. Por ejemplo, la Tabla japonesa 1, que se aplica actualmente a los trabajadores en entornos de aire compri- mido, utiliza jornadas partidas, con una exposición al aire comprimido por la mañana y otra por la tarde y un intervalo de una hora en la superficie entre cada exposición. La descompresión de la primera exposición es de aproximadamente el 30 % de la que indica la Marina de EE.UU., y la de la segunda, de sólo el 4 %. Sin embargo, la habituación permite esta desviación de la descompresión fisiológica. Los trabajadores con una susceptibilidad normal a la enfermedad por descompresión suelen abandonar voluntariamente este tipo de trabajo.
El mecanismo de habituación o aclimatación se desconoce. Con todo, aunque el trabajador no sienta dolor, pueden producirse daños cerebrales, óseos o tisulares. La resonancia magnética (RM) del cerebro, en el caso de los trabajadores en entornos de aire comprimido revela hasta cuatro veces más cambios que los observados en controles realizados en personas de la misma edad (Fueredi, Czarnecki y Kindwall 1991). Estos cambios reflejan probablemente infartos lagunares.

Incendios (II)
En las cámaras de un sólo compartimiento presurizadas con 100 % de oxígeno, un incendio resulta mortal de forma instantánea para todos los ocupantes. El cuerpo humano es combustible en 100 % de oxígeno, especialmente a presión elevada, por lo que en una cámara de un sólo compartimiento, el paciente debe utilizar únicamente ropa de algodón para evitar las chispas estáticas de los materiales sintéticos. No es necesario tratar la ropa, pues en caso de incendio no ofrecería protección. La única forma de evitar un incendio en una cámara de un sólo compartimiento llena de oxígeno es evitando completamente cualquier fuente de ignición.
En entornos con una presión de oxígeno elevada, a presiones superiores a 10 kg/cm2, el calor adiabático debe considerarse como una posible fuente de ignición. Si el oxígeno a una presión de 150 kg/cm2 pasa rápidamente a un colector a través de una válvula esférica de apertura rápida, puede producir un efecto
“diesel” si existe una partícula de polvo por minúscula que sea. Esto puede producir una violenta explosión. Ya han ocurrido accidentes de este tipo, por lo que los sistemas con oxígeno a presión elevada no deben utilizar válvulas esféricas de apertura rápida.

Incendios
El fuego es siempre una preocupación importante durante el trabajo en un túnel de aire comprimido y durante el funcionamiento de las cámaras hiperbáricas clínicas. Cuando se trabaja en un cajón de aire comprimido con paredes y techo de acero y un suelo formado exclusivamente por tierra orgánica no combustible, puede producirse una falsa sensación de seguridad. Sin embargo, incluso en tales condiciones un incendio de origen eléctrico puede quemar los aislantes, sumamente tóxicos, y matar o incapacitar a una cuadrilla de trabajadores muy rápidamente. En los túneles con encofrado de madera debajo del hormigón el peligro es aún mayor, al igual que en los túneles en los que se ha utilizado aceite hidráulico y paja para calafatear, pueden representar un combustible adicional.
En condiciones hiperbáricas, el fuego es siempre más intenso, ya que hay más oxígeno para la combustión. Un aumento del 21 % al 28 % en el porcentaje de oxígeno doblará la velocidad de combustión. A medida que aumenta la presión, aumenta la cantidad de oxígeno para la combustión. Y el aumento es igual al porcentaje de oxígeno existente, multiplicado por el número de atmósferas en términos absolutos. Por ejemplo, a una presión de 4 ATA (equivalente a 30 m de agua de mar), el porcentaje efectivo de oxígeno es del 84 % en aire comprimido. Con todo, debe recordarse que aunque la combustión se acelera notable- mente en estas condiciones, no es igual a la velocidad de combustión con un 84 % de oxígeno a una atmósfera. La razón está en que el nitrógeno presente en la atmósfera tiene un cierto efecto de extinción. El acetileno no puede utilizarse a presiones superiores a un bar, debido a sus propiedades explosivas. No obstante, es posible utilizar oxígeno y otros gases para cortar el acero. Ya se ha hecho de forma segura a presiones de hasta 3 bares, aunque ha de tenerse mucho cuidado y debe haber una persona con una manguera de incendios al lado para extinguir inmediatamente cualquier fuego que se inicie si una chispa entra en contacto con algo combustible.
Para que haya fuego es necesario que estén presentes tres elementos: el combustible, el oxígeno y una fuente de ignición. Si falta alguno de los tres, el fuego no se producirá. En condiciones hiperbáricas, es casi imposible eliminar el oxígeno, a menos que el equipo que se está utilizando pueda insertarse en el medio llenándolo o rodeándolo de nitrógeno. Si no puede eliminarse el combustible, debe evitarse la fuente de ignición. En el trabajo hiperbárico clínico, debe tenerse mucho cuidado para evitar que el porcentaje de oxígeno en la cámara de varios compartimentos aumente por encima del 23 %. Además, todo el equipo eléctrico en el interior de la cámara debe ser intrínsecamente seguro, sin posibilidad de producir un arco eléctrico. El personal de la cámara debe utilizar ropa de algodón tratada para retardar la ignición. Ha de existir un sistema de aspersión de agua, así como mangueras manuales contra incendios con una fuente independiente. Si ocurre un incendio en una cámara hiperbárica clínica, no existe la posibilidad de escapar inmediatamente, por lo que el fuego debe extinguirse utilizando la manguera y el sistema aspersor.

Ruido
Las lesiones por ruido en un entorno de aire comprimido pueden ser graves, ya que los motores de aire, los martillos neumáticos y los taladros nunca están adecuadamente equipados con silencia- dores. Se han medido niveles de ruido superiores a 125 dB en cajones de aire comprimido y en túneles, cuyos efectos son dolor físico y lesiones permanentes al oído interno. El eco en el interior de un túnel o de un cajón de aire comprimido empeora el problema.
Muchos trabajadores en entornos de aire comprimido se muestran reacios al uso de protección para los oídos, con el argumento de que bloquear el sonido de un vagón de tierra que se aproxima puede ser peligroso. Su argumento no tiene una base real, ya que la protección para los oídos, en el mejor de los casos, atenúa el sonido pero no lo elimina. Además, el trabajador puede percibir la proximidad de los vagones de tierra en movimiento no sólo por el ruido, sino por otros indicios, como las sombras en movimiento y la vibración del suelo. Sí sería motivo de preocupación una oclusión hermética del conducto auditivo mediante protectores u orejeras que ajustasen perfectamente. Si se impide el paso del aire al canal auditivo externo durante la compresión, puede producirse la compresión del oído externo, ya que el tímpano se ve impulsado hacia el exterior por el aire que entra al oído medio a través de las trompas de Eustaquio. Las orejeras protectoras habituales no suelen ser completa- mente herméticas. Durante la compresión, que representa una fracción mínima del tiempo total del turno de trabajo, pueden soltarse ligeramente en caso de que existan problemas para equi- librar la presión. Los tapones de fibra moldeados que se ajustan a la forma del canal externo protegen sin ser herméticos.
El objetivo es evitar un nivel medio de ruido superior a 85 dBA durante mucho tiempo. Todos los trabajadores de entornos de aire comprimido deberían someterse a una audiometría antes de iniciar el trabajo, de forma que pudiera controlarse la pérdida de audición causada por el alto nivel de ruido.
Los tubos de suministro de aire de las cámaras hiperbáricas y de las esclusas de descompresión pueden equiparse con silenciadores eficaces. Es importante insistir sobre este punto, ya que el ruido de la ventilación puede resultar tan molesto a los trabajadores que dejen de ventilar adecuadamente la cámara. Es posible mantener una ventilación continua con un silenciador en la fuente de suministro que no produzca más de 75 dB, aproximadamente el nivel de ruido en una oficina normal.

Otros Peligros: Trabajadores de cajones de aire comprimido y túneles
Los trabajadores de los túneles están expuestos a los accidentes habituales en la construcción pesada, con el problema adicional de una mayor incidencia de caídas y lesiones por los derrumbes. Es importante recordar que un trabajador lesionado en un entorno de aire comprimido que se haya roto las costillas ha de tratarse como si tuviera un neumotórax mientras no se demuestre lo contrario y, por lo tanto, debe tenerse mucho cuidado durante su descompresión. Si existe un neumotórax, debe resolverse a la presión de la cámara de trabajo antes de intentar la descompresión.

Otros peligros Buzos
Lesiones físicas

Buzos
En general, los buzos están expuestos al mismo tipo de lesiones físicas que cualquier trabajador del sector de la construcción pesada. La rotura de cables, la caída de pesos, las contusiones por aplastamiento que originan las máquinas, las grúas, etc., son bastante comunes. Sin embargo, bajo el agua, el submarinista está expuesto a ciertas lesiones exclusivas, que no ocurren en ninguna otra actividad.
Conviene guardarse, sobre todo, de las lesiones por succión o atrapamiento. Cuando se trabaja en las proximidades de una abertura en el casco de un barco, en un cajón de aire comprimido cuyo nivel de agua es más bajo en el lado opuesto al que está el submarinista o en una presa, puede ocurrir este tipo de accidente. Los buzos suelen referirse a este tipo de situación como quedar atrapado por “agua pesada”.
Para evitar situaciones peligrosas en las que un brazo, una pierna o todo el cuerpo pueda ser succionado por una abertura, como un túnel o un tubo, deben tomarse las precauciones máximas para precintar las válvulas de los tubos y las compuertas de inundación en los diques, de forma que no puedan abrirse mientras el submarinista está en el agua cerca de ellos. Lo mismo ocurre con las bombas y las tuberías de los barcos en las que el submarinista está trabajando.
Entre las lesiones que pueden producirse están: edema e hipoxia de la extremidad atrapada, suficiente para causar la necrosis del músculo; daño permanente a los nervios o incluso la pérdida de todo el miembro; o aplastamiento importante de una parte del cuerpo o del organismo completo, de forma que cause la muerte por trauma masivo. El atrapamiento en agua fría durante un período prolongado puede causar la muerte del submarinista por la exposición. Si el submarinista utiliza un equipo de buceo, cabe la posibilidad de quedarse sin aire y ahogarse antes de que pueda efectuarse el rescate, a menos que se le suministren tanques adicionales.
Es fácil que se produzcan lesiones por las hélices, que se evitan precintando la maquinaria principal de propulsión del barco mientras el submarinista está en el agua. Debe recordarse, sin embargo, que los barcos con turbinas de vapor, cuando están en puerto, no dejan de girar las hélices, lentamente, mediante el virador, para evitar que las aspas de la turbina se enfríen y se distorsionen. Por eso, si un submarinista tiene que trabajar en una de las aspas (por ejemplo, para tratar de liberar cables enganchados), procurará mantenerse alejado cuando ésta se aproxime a la parte más estrecha, próxima al casco.
La compresión de todo el organismo es una lesión exclusiva de los buzos de profundidad que utilizan escafandras con un casco de cobre acoplado a la vestidura de caucho flexible. Si no existe una válvula de comprobación o válvula antiretorno en el punto en que el tubo de aire se conecta al casco, un corte del suministro de aire en la superficie origina un vacío inmediato en el casco, que puede succionar todo el cuerpo a su interior. Los efectos son instantáneos y devastadores. Por ejemplo, a una profundidad de 10 m, se ejerce una fuerza de cerca de 12 toneladas sobre las partes blandas del traje del submarinista. Si se deja de presurizar el casco, esa fuerza empuja el cuerpo al interior del casco. Un efecto similar se produce si el submarinista cae repentinamente y no logra activar el aire de compensación. Pueden producirse lesiones graves o incluso la muerte si ocurre cerca de la superficie, ya que una caída de 10 metros desde la superficie reduce a la mitad el volumen de la vestidura. Si la caída ocurre entre 40 y 50 m de profundidad sólo se reduce el volumen en un 17 %. Tales cambios de volumen se explican por la ley de Boyle.

Trabajadores de cámaras hiperbáricas
El tratamiento con oxígeno hiperbárico es cada vez más frecuente en todo el mundo; actualmente hay unas 2.100 instalaciones de cámaras hiperbáricas en funcionamiento. Muchas de estas cámaras son unidades con varios compartimientos, presurizados con aire comprimido a valores barométricos entre 1 y 5 kg/cm2. Los pacientes respiran oxígeno al 100 %, a presiones de hasta 2 kg/cm2. A presiones superiores, se les suministra una mezcla de gases para el tratamiento de la enfermedad por descompresión. Los trabajadores de las cámaras, sin embargo, suelen respirar aire comprimido y su exposición en la cámara es similar a la que está sometido un submarinista o un trabajador en un entorno de aire comprimido.
Habitualmente, el trabajador de una cámara con varios compartimientos es una enfermera, un terapeuta respiratorio, un antiguo submarinista o un técnico hiperbárico. Los requisitos físicos para estos trabajadores son similares a los de los trabajadores de los cajones de aire comprimido. Ahora bien es importante recordar que una proporción importante del personal de las cámaras hiperbáricas son mujeres. Excepto en caso de embarazo, tienen la misma probabilidad de presentar efectos adversos por el trabajo en entornos de aire comprimido que los hombres. Cuando una mujer embarazada se expone al aire comprimido el nitrógeno atraviesa la barrera placentaria y se alcanza al feto. Durante la descompresión se forman burbujas de nitrógeno en el sistema venoso. Se trata de burbujas silenciosas que, si son pequeñas, no causan ningún daño, ya que se eliminan fácilmente por el filtro pulmonar. No es conveniente, sin embargo, dejar que las burbujas lleguen al feto. Los estudios realizados indican que es posible que el feto sufra daños en tales circunstancias. Según uno de ellos, los defectos neonatales son más frecuentes en los hijos de mujeres que han practicado el submarinismo durante el embarazo. Debe evitarse la exposición de las mujeres embarazadas a las condiciones de las cámaras hiperbáricas y aplicarse políticas adecuadas que contemplen tanto los aspectos médicos como los legales. En virtud de lo cual, es necesario prestar información a las mujeres que trabajan en tales entornos sobre los riesgos que entrañan durante el embarazo, y organizar correctamente la asignación de tareas y ofrecer programas de educación sanitaria.
Debe señalarse, sin embargo, que las pacientes embarazadas pueden recibir tratamiento en una cámara hiperbárica, ya que respiran oxígeno al 100 %, y por lo tanto, no tienen el riesgo de la embolización por nitrógeno. Se ha demostrado a partir de amplios estudios clínicos que la preocupación de que el feto tenga un mayor riesgo de presentar fibroplasia retrolental o retinopatía del recién nacido es infundada. Tampoco se ha relacionado el cierre prematuro del conducto arterial del paciente con la exposición.

Instrucciones para los trabajadores en entornos de aire comprimido. (II)
Si está resfriado o tiene un ataque de alergia, es preferible no someterse a la
compresión hasta que lo haya superado. Los resfriados dificultan o hacen
imposible equilibrar los oídos o senos nasales.
• En raras ocasiones, algunas personas pueden sentir dolor en un diente
empastado. Sucede así si existe aire bajo el empaste que no puede equilibrarse
fácilmente. Si le comenta el problema a su dentista, él encontrará la solución. Los
dientes no empastados, incluso si tienen caries, no suelen presentar problemas.
• Los dientes postizos y las lentes de contacto blandas, así como las gafas
normales, pueden utilizarse con total seguridad en el entorno de aire comprimido.
• Si alguien llegase a sufrir una lesión grave en el pecho, en la espalda o en la
caja torácica mientras trabaja en el túnel presurizado, deberá tener especial
cuidado antes y durante la descompresión. Si la víctima tiene una costilla rota
que ha perforado el pulmón, el aire puede escapar del pulmón y colapsar el
pulmón sano al expandirse en la caja torácica durante la descompresión.
Cualquier persona de la que se sospeche que pueda tener una lesión de este tipo
debe ser examinada por el médico especialista en aire comprimido antes de
someterse a la descompresión. La descompresión deberá realizarse bajo la
supervisión del médico.
• Durante la descompresión, el aire de la esclusa se enfriará. Se conoce como
“enfriamiento por descompresión” y es un fenómeno completamente normal.
También puede producirse niebla en la cámara. La temperatura volverá a ser
normal y la niebla desaparecerá en cuanto la presión deje de variar y llegue a la
superficie.
• Es muy importante que respire normalmente durante la descompresión y no
retenga la respiración por ningún motivo; el aire debe entrar y salir libremente de
los pulmones para evitar que se quede atrapado. Si esto sucediese, los pulmones
se expandirían excesivamente y, en teoría, podrían romperse, lo que produciría la
entrada de aire en el torrente sanguíneo, con consecuencias muy graves para el
cerebro. Se conoce como embolismo por aire. Aunque se presenta en algunos
buzos, nunca se ha demostrado que ocurra en los trabajadores de túneles. Sin
embargo, debe saber que existe la posibilidad teórica y cuáles son los síntomas:
pérdida de consciencia, parálisis de un lado del cuerpo, o una pupila de mayor
tamaño que la otra. Si aparecen los síntomas, lo hacen inmediatamente (en
segundos) después de la descompresión y no es posible que ocurran después. Si
alguien pierde la consciencia al salir de la cámara, será llevado inmediatamente a
la cámara de recompresión indicada y se notificará al médico especialista en aire
comprimido.
• Si sigue sintiendo dolor, debilidad u hormigueo en cualquier parte del cuerpo
después de salir de la cámara de descompresión, puede ser un indicio de
enfermedad por descompresión. Si tiene sensación de “pinchazos” en las piernas
o torpeza en las manos, los brazos y las piernas, debe considerarse como
enfermedad por descompresión con burbujas en la médula espinal mientras no se
demuestre lo contrario. Otros síntomas pueden ser vértigo y náuseas (“vahídos”)
o dificultad para respirar (“ahogo”). Si presenta cualquiera de estos síntomas,
comuníqueselo inmediatamente al médico de la cámara de recompresión.
• Evite el uso de relojes con carátula redonda en la cámara de trabajo a menos que
indiquen expresamente que son resistentes a la presión. En ocasiones, el aire
comprimido puede introducirse en un reloj “impermeable” y al expandirse durante
la descompresión, hacer que la carátula se caiga. Los relojes cuadrados son
suficientemente permeables y esto no ocurre.
• No vuele en aviones comerciales o privados durante al menos 24 horas después
de la descompresión de un turno de trabajo. No practique el submarinismo
durante 24 horas antes y después del trabajo en aire comprimido.

Instrucciones para los trabajadores en entornos de aire comprimido.
Nunca “acorte” el tiempo de descompresión indicado por su superior y por el
código oficial de descompresión utilizado. El tiempo que se gana no compensa
el riesgo de enfermedad por descompresión (ED), una enfermedad que puede
causar la muerte o discapacidades.
• No se siente en una posición “encogida” durante la descompresión. Así se
favorece la acumulación de burbujas de nitrógeno en las articulaciones y, por lo
tanto, aumenta el riesgo de ED. Debido a que seguirá eliminando nitrógeno de
su organismo después de que haya salido del trabajo, evite también dormir
o descansar en esta posición.
• Utilice agua tibia para ducharse o bañarse hasta seis horas después de la
descompresión; el agua muy caliente puede originar o empeorar una situación
de enfermedad por descompresión.
• La fatiga excesiva, la falta de sueño y el exceso de alcohol la noche previa
también pueden contribuir a que se produzca la enfermedad por descompresión.
Nunca debe ingerirse alcohol o aspirina como “tratamiento” para el dolor
producido por la enfermedad por descompresión.
• La fiebre y las enfermedades, como un fuerte resfriado, aumentan el riesgo de
enfermedad por descompresión. Asimismo, las tensiones musculares y las
lesiones en fibras y ligamentos son sitios “favoritos” para que se inicie la ED.
• Si se presenta enfermedad por descompresión fuera del lugar de trabajo,
póngase inmediatamente en contacto con el médico de la empresa o con un
médico que tenga experiencia en tratar esta enfermedad. Lleve puestos en todo momento su brazalete o insignia de identificación.
• Deje todos los artículos de fumar en su taquilla. El aceite hidráulico es
inflamable y en caso de iniciarse un incendio en el entorno cerrado del túnel,
podrían producirse grandes daños y el cierre del trabajo, lo cual le dejaría sin
empleo. Debido a que el aire es más denso en el interior del túnel por la
compresión, los cigarrillos conducen el calor y se calientan tanto que no es
posible sostenerlos a medida que se consumen.
• No lleve termos con el almuerzo a menos que recuerde aflojar la tapa durante
la compresión; si no lo hace, el tapón se introducirá en la botella. Durante la
descompresión, también debe aflojar la tapa para que la botella no explote.
Los termos con un vidrio muy frágil pueden implosionar cuando se aplica
presión, aunque la tapa esté suelta.
• Una vez que se cierra la compuerta de aire y comienza a aumentar la presión,
observará que el aire se calienta. Esto se conoce como “calor de compresión”
y es normal. Cuando deja de variar la presión, el calor se disipará y la
temperatura volverá a ser normal. Durante la compresión, lo primero que
notará es que se le taponan los oídos. A menos que logre “destaparlos”
tragando, bostezando o tapándose la nariz e intentando “expulsar el aire por
los oídos”, sentirá dolor de oídos durante la compresión. Si no logra destaparse
los oídos, indíqueselo al jefe de turno inmediatamente para que detenga la
compresión, pues podría llegar a romperse el tímpano o experimentar una
compresión grave del oído. Una vez que se haya alcanzado la presión máxima,
ya no tendrá problemas con los oídos durante el resto del turno.
• Si tras la compresión siente en los oídos un zumbido, un pitido o sordera
persistente durante varias horas, indíqueselo al médico especialista en aire
comprimido para que evalúe la situación. En situaciones extremadamente
graves, aunque muy poco frecuentes, puede resultar afectada una parte de la
estructura del oído medio distinta al tímpano, si tiene mucha dificultad para
destapar los oídos; en ese caso, el problema debe corregirse quirúrgicamente en
los dos o tres primeros días para evitar un problema permanente.

Perforación de túneles con aire comprimido (II)
En los túneles grandes, de más de cuatro metros de diámetro, deben existir dos esclusas: una, denominada compuerta de tierra, para el paso de los vagones de tierra y la otra, la esclusa del personal, colocada por lo general sobre la anterior, para el paso de los trabajadores. En los proyectos grandes, la esclusa del personal consta generalmente de tres compartimientos, de forma que los ingenieros, los electricistas, etc. puedan bloquear o desbloquear el acceso para cada cambio de turno que debe someterse a descompresión. Las grandes esclusas para el personal suelen construirse fuera del muro de sostén de hormigón principal, de manera que no tengan que soportar la fuerza compresora externa de la presión del túnel al abrirlas al aire exterior.
En los grandes túneles subacuáticos se levanta una pantalla de seguridad, que abarca la mitad superior del túnel, para propor- cionar cierto grado de protección en caso de que el túnel se inunde repentinamente debido a una explosión durante la perforación bajo un río o un lago. La pantalla de seguridad suele colocarse lo más cerca posible del frente, lejos de la maquinaria de excavación. Se coloca un puente o paso colgante entre la pantalla y las esclusas, de manera que pase al menos un metro por debajo del borde inferior de la pantalla. Con ello se permite a los trabajadores el acceso a la esclusa del personal en caso de inundación repentina. La pantalla de seguridad también se utiliza para atrapar los gases ligeros que pueden ser explosivos; Puede pasarse una línea de limpieza a través de la pantalla y acoplarse a una línea de succión o extracción. Si se produce un fallo de la válvula, esto puede ayudar a purgar los gases ligeros del ambiente de trabajo. Debido a que la pantalla de seguridad se extiende hasta casi la mitad del túnel, sólo puede emplearse en túneles de al menos 3,6 m. Debe advertirse a los trabajadores que se mantengan alejados del extremo abierto de la línea de limpieza, ya que pueden producirse accidentes graves si el tubo succiona la ropa que llevan puesta.
En la Tabla 36.1 se muestra una lista de instrucciones que deben proporcionarse a los trabajadores la primera vez que acceden al entorno de aire comprimido.
El médico o profesional de la salud en el trabajo para el proyecto del túnel tiene la responsabilidad de garantizar que se aplican las normas sobre pureza del aire así como todas las medidas de seguridad. El cumplimiento de los programas de descompresión elaborados también debe vigilarse cuidadosa- mente mediante un examen periódico de las gráficas de registro de presión del túnel y de las esclusas del personal.

Perforación de túneles con aire comprimido
Debido al crecimiento de la población, los túneles son cada vez más importantes, tanto para la eliminación de aguas residuales, como para la construcción de vías rápidas y servicios ferroviarios subterráneos en los grandes centros urbanos. Y a menudo han de atravesar tierras blandas a una profundidad considerablemente inferior al nivel freático local. Cuando el túnel debe pasar por debajo de un río o un lago, la única forma de garantizar la seguridad de los trabajadores es llenando de aire comprimido el túnel. Esta técnica, conocida como “cámara de empuje”, utiliza un escudo hidráulico en la parte anterior, con aire comprimido para retener el agua. Bajo los grandes edificios de los centros urbanos también es necesario el aire comprimido para evitar que ceda la superficie; de lo contrario, pueden cuartearse los cimientos y producirse hundimientos de las aceras y calles y daños en las tuberías y otros servicios.
Para presurizar un túnel se construyen muros de sostén transversales para proporcionar los límites de presión. En los túneles más pequeños, de menos de 3 metros de diámetro, se utiliza una esclusa simple o combinada para el acceso de trabajadores y materiales y para retirar la tierra excavada. Las puertas incluyen secciones de vía desmontables, de forma que puedan accionarse sin que se lo impidan los raíles de los vagones de tierra. Los muros de sostén tienen varias perforaciones para permitir el paso de aire a alta presión para las herramientas, y a baja presión para presurizar el túnel; de mangueras extintoras, de los cables de los barómetros, de las líneas de comunicaciones, de los cables de suministro eléctrico para el alumbrado y de la maqui- naria y los tubos de succión para la ventilación y para la extracción del agua. A estos últimos se les denomina líneas de extracción o “líneas de limpieza”.
El tubo de suministro de aire a baja presión, de 15 a 35 cm de diámetro, según el tamaño del túnel, debe llegar hasta el frente del área de trabajo para garantizar una buena ventilación para los trabajadores. Un segundo tubo de aire a baja presión, del mismo tamaño, debe extenderse también a través de ambos muros de sostén y terminar en el interior del muro interno, para suministrar aire en caso de una ruptura u obstrucción en el tubo principal de aire. Los tubos deben estar provistos de válvulas de aleteo que se cierran automáticamente para evitar la despresuri- zación del túnel si se rompe el tubo de suministro. El volumen de aire necesario para ventilar eficazmente el túnel y mantener bajos los niveles de CO2 varía mucho en función de la porosidad del suelo y de la proximidad del recubrimiento de hormigón al escudo. En ocasiones, los microorganismos del suelo producen grandes cantidades de CO2, lo que hace necesario más aire. Otra propiedad útil del aire comprimido es que tiende a extraer de los muros los gases explosivos, como el metanoya expulsarlos del túnel. Esto es importante cuando se desea colocar minas en áreas en las que se han derramado solventes como gasolina o desengrasantes y han saturado el suelo.
La norma general, desarrollada por Richardson y Mayo (1960), es que el volumen de aire necesario puede calcularse multiplicando el área del frente de trabajo en metros cuadrados por seis y añadiendo seis metros cúbicos por trabajador. De esta forma se obtienen los metros cúbicos de aire necesarios por minuto. Si se utiliza esta cifra, pueden cubrirse prácticamente la mayor parte de las eventualidades.
La manguera contra incendios también debe extenderse hasta la parte anterior y estar provista de conexiones para mangueras cada seis metros, para utilizarse en caso de incendio. Debe haber treinta metros de manguera imputrescible acoplada a las salidas principales de agua contra incendios.

Cajones de aire comprimido (III)
viernes 28 de septiembre de 2007
Los japoneses han desarrollado un sistema automatizado de cajón de aire comprimido y excavadora, en el cual se utiliza para la extracción una pala excavadora hidráulica, accionada por control remoto, que puede alcanzar todos los extremos del cajón. La pala excavadora, controlada por televisión desde la superficie, vierte la tierra orgánica en los cangilones, que se izan desde fuera de la campana. Con este sistema, el cajón puede descenderse hasta una presión ilimitada. Los trabajadores única- mente necesitan entrar a la cámara de trabajo cuando tienen que reparar la maquinaria excavadora, o bien retirar o destruir los obstáculos grandes que aparecen debajo de los bordes cortantes del cajón y que la pala excavadora controlada desde la superficie no puede retirar. En estos casos, los trabajadores entran por períodos cortos de tiempo, de forma similar a los buzos, y pueden respirar aire o una mezcla de gases a presión elevada para evitar la narcosis por nitrógeno.
Cuando el personal trabaja durante turnos prolongados en aire comprimido, a presiones superiores a 0,8 kg/cm2 (0,8 bars), deben realizar una descompresión por etapas. Para ello se acopla una gran cámara de descompresión, dentro del propio cajón, a la parte superior del cilindro de los trabajadores. Si no hay suficiente espacio, se acoplan al cilindro “cámaras de burbuja”, pequeños recintos que admiten a un número reducido de trabajadores de pie. En ellas se realiza una descompresión preliminar, cuando el tiempo de exposición de los trabajadores ha sido relati- vamente corto. Posteriormente, con un exceso de gas considerable aún en su organismo, los trabajadores realizan una descompresión rápida hasta la superficie. Allí son trasladados inmediatamente a una cámara de descompresión normal, situada en ocasiones en un barco adyacente, donde, tras some- terse de nuevo a la presurización, realizar una descompresión lenta. En el trabajo con aire comprimido, este proceso se denomina “trasiego” y fue bastante común tanto en Inglaterra como en el resto del mundo, pero actualmente está prohibido en Estados Unidos. El objetivo es volver a presurizar a los trabajadores antes de transcurridos cinco minutos, cuando las burbujas pueden aumentar de tamaño y empezar a producir síntomas. Sin embargo, entraña un peligro en sí mismo, debido a la dificultad de trasladar un grupo grande de trabajadores de una cámara a otra. Si un trabajador tiene problemas para destaparse los oídos durante la represurización, puede poner en peligro a todo el grupo. Existe un procedimiento mucho más seguro, la “descopresión de superficie”, utilizada por los buzos, en el que sólo se realiza la descompresión de uno o dos trabajadores al mismo tiempo. A pesar de todas las precauciones adoptadas en el proyecto del Harbour Bridge de Auckland, en ocasiones transcurrieron hasta ocho minutos antes de que pudiera presurizarse nuevamente a los trabajadores.

Cajones de aire comprimido (II)
Las personas que trabajan en el cajón presurizado están expuestas al aire comprimido y pueden presentar los mismos problemas fisiológicos que los buzos que trabajan a gran profun- didad. Entre estos están la enfermedad por descompresión, el barotrauma de los oídos, las cavidades sinusales y los pulmones y, si los programas de descompresión son inadecuados, el riesgo de necrosis aséptica ósea (osteonecrosis disbárica) a largo plazo.
Es importante establecer una velocidad de ventilación para eliminar el CO2 y los gases que emanan del suelo orgánico (en especial, metano), así como los humos producidos por las opera- ciones de soldadura o corte en la cámara de trabajo. Una norma general consiste en proporcionar seis metros cúbicos de aire por minuto por cada trabajador en la campana. También se debe considerar el aire que se pierde cuando se utilizan las esclusas para el paso del personal y los materiales. Puesto que el nivel del agua ha de mantenerse justo a la misma altura que el borde cortante, es necesario aplicar aire de ventilación, ya que el exceso de agua tiende a filtrarse por los bordes. Es necesaria una segunda fuente de aire, de la misma capacidad que la primera, con una fuente de alimentación independiente, para situaciones de emergencia en que fallen el compresor o la alimentación. En muchas zonas, esto es un requisito legal.
En ocasiones, si el suelo que se va a dinamitar es homogéneo y de arena, se instalan tubos de extracción que alcanzan la superficie. La presión en el cajón extrae la arena de la cámara de trabajo cuando el extremo del tubo de extracción se coloca en pozo, al que se vierte la arena excavada. Cuando aparece grava gruesa, rocas o bloques de minerales, éstos se fragmentan
y se extraen utilizando los cangilones convencionales.
En caso de que el cajón no se hunda a pesar del peso añadido encima de la misma, puede ser necesario retirar a los trabajadores de la campana y reducir la presión de aire en la cámara de trabajo para que el cajón caiga. Debe añadirse hormigón, o permitir el paso de agua a los pozos de la estructura del muelle que rodean los cilindros de aire sobre el cajón para reducir la tensión sobre el diafragma de la parte superior de la cámara de trabajo. Cuando se inicia un trabajo con un cajón de aire comprimido, es necesario instalar estribos o soportes de segu- ridad en la cámara de trabajo para evitar que el cajón aplaste a los trabajadores en el caso de que caiga bruscamente. Por motivos prácticos, existen limitaciones a la profundidad a la que pueden bajarse los cajones de aire comprimido cuando los trabajadores acostumbran a colocar las minas manualmente en el suelo orgánico. Una presión de 3,4 kg/cm2 en un barómetro
(3,4 bars o 35 m de agua) es el límite máximo aceptable debido a la descompresión de los trabajadores.

Un cajón de aire comprimido es simplemente un gran cajón invertido, de las mismas dimensiones que los cimientos del muelle, construido por lo general en dique seco y trasladado después al sitio al que está destinado, donde ha de colocarse con mucho cuidado. Una vez allí, se llena de agua y se hunde hasta que toca el fondo. Posteriormente, se aplica peso para desplazar la campana hacia abajo, a medida que se construye el muelle. El objeto del cajón de aire comprimido es proporcionar un método para atravesar un terreno blando y apoyar el muelle sobre la roca sólida o sobre un estrato geológico adecuado que pueda soportar el peso. Una vez que se ha sumergido todo el cajón en el fondo, se introduce aire comprimido en el interior y se extrae el agua, dejando un suelo orgánico que los trabajadores de la campana pueden excavar. Los bordes de la campana consisten en cuñas cortantes de acero que siguen descendiendo a medida que se extrae la tierra de debajo de la campana y se aplica peso por la parte superior durante la construcción del pilar del muelle. Cuando se alcanza el lecho de roca, la cámara de trabajo se llena de hormigón y se convierte en la base permanente para la cimentación del muelle.
Los cajones de aire comprimido se han utilizado con éxito desde hace casi 150 años para trabajos de cimentación a profundidades de hasta 31,4 m por debajo del nivel medio del agua, como en el caso del muelle nº 3 de Harbour Bridge en Auck- land, Nueva Zelanda, en 1958.

El cajón de aire comprimido suele tener un cilindro de acceso para los trabajadores, que pueden descender por una escalera o por un ascensor mecánico, y otro cilindro independiente para los cangilones donde se coloca la tierra extraída. En cada uno de los extremos de los cilindros hay unas compuertas herméticas que permiten mantener constante la presión de la campana durante la entrada y la salida de trabajadores y materiales. La compuerta superior del cilindro para tierra tiene un collarín sellado por presión por el que puede deslizarse el cable elevador de los cangilones de tierra. La compuerta inferior se cierra antes de abrir la compuerta superior. Dependiendo del diseño, puede ser necesario un sistema de enclavamiento de las compuertas para mayor seguridad. La presión debe equilibrarse en ambos lados de la compuerta para poder abrirla. Puesto que las paredes del cajón están hechas por lo general de acero o de hormigón, no existen prácticamente escapes de la cámara cuando está presurizada, excepto por debajo de los bordes. La presión se eleva progresivamente hasta un valor ligeramente superior al necesario para equilibrar la presión del agua en el borde cortante de la cuña.

Trabajo en cajones de aire comprimido y en la perforación de túneles
En el sector de la construcción se hace necesario a veces excavar o perforar un túnel en un terreno totalmente saturado de agua, que se encuentra debajo del nivel freático local o en el fondo de un curso de agua, como un río o un lago. Un método, comprobado por la experiencia, de resolver esta situación es aplicar aire comprimido al área de trabajo para extraer el agua de la tierra, secándola lo suficiente para que pueda dinamitarse. Se ha aplicado tanto en los cajones de aire comprimido utilizados para la construcción de muelles como para la perforación de túneles en terrenos blandos (Kindwall 1994b).
Descompresión del personal de las cámaras hiperbáricas
Los programas de descompresión de aire de la Marina de EE.UU. se diseñaron para que la incidencia de ED no superara el 5 %. Se trata de un valor satisfactorio para el trabajo de inmersión, pero demasiado elevado para los trabajadores de las cámaras hiperbáricas en entornos clínicos. Los programas de descompresión para estos trabajadores se basan en los programas navales, pero debido a la frecuencia de la exposición, que suele estar en los límites de la tabla, es necesario prolongar notablemente los tiempos y sustituir por oxígeno el aire comprimido respirado durante la descompresión. Por prudencia, se recomienda realizar una parada de dos minutos mientras se respira oxígeno a una profundidad al menos tres metros mayor que la indicada en el programa descompresión elegido. Por ejemplo, si la tabla de la Marina de EE.UU. indica una parada de descompresión de tres minutos a tres metros, respirando aire, después de una exposición de 101 minutos a 2,5 ATA, un programa de descompresión aceptable para un trabajador de una cámara hiperbárica sometido a la misma exposición incluiría una parada de dos minutos a 6 m respirando oxígeno, seguida por otra de diez minutos a 3 m, respirando oxígeno. Cuando ponen en práctica los programas modificados de esta forma, la incidencia de ED entre los trabajadores es muy baja (Kindwall 1994a).
Además de proporcionar un “período de oxígeno” cinco veces superior para la eliminación del nitrógeno, el aporte de ese gas proporciona otras ventajas. Se ha demostrado que el aumento de la PO2 en la sangre venosa reduce la sedimentación sanguínea, la aglomeración de los leucocitos y el fenómeno de no reflujo, aumenta la flexibilidad de los eritrocitos y facilita su paso por los capilares, y contrarresta la disminución de la capacidad de deformación y filtrado de los leucocitos expuestos al aire comprimido.
Es evidente que todos los trabajadores que utilizan la descompresión con oxígeno han de recibir una formación adecuada y conocer el riesgo de incendios. No debe haber combustibles ni fuentes de ignición en el entorno de la cámara de descompresión; debe utilizarse un sistema de expulsión al exterior para extraer de la cámara el oxígeno exhalado y deben instalarse varios monitores con alarmas que se activen si el oxígeno de la cámara supera el 23 %.
El trabajo con aire comprimido o el tratamiento de pacientes clínicos en condiciones hiperbáricas puede tener unos resultados beneficiosos para el trabajo o para la remisión de la enfermedad, imposibles en otras condiciones. Si se siguen las normas para el uso seguro de estas técnicas, no hay riesgo significativo de daño disbárico para los trabajadores.

Descompresión en el trabajo en cajones de aire comprimido y en la perforación de túneles
sNinguna de las tablas descompresión de aire que requieren la respiración de aire durante la descompresión, muy utilizadas actualmente, resulta segura para los trabajadores de los túneles. En Estados Unidos, se ha demostrado que los programas de la administración federal vigentes en materia de descompresión (Estatutos del Departamento de Trabajo de EE.UU. 1971) que exige la Occupational Safety and Health Administration (OSHA), producen ED en uno o más trabajadores el 42 % de los días laborables, cuando se utilizan a presiones entre 1,29 y 2,11 bars. A presiones superiores a 2,45 bares, se ha demostrado que producen una incidencia del 33 % de necrosis aséptica ósea (osteonecrosis disbárica). Las tablas británicas Blackpool también tienen fallos. Durante la construcción del metro de Hong Kong, el 83 % de los trabajadores que utilizaron estas tablas presentaron síntomas de ED. Asimismo, se ha demostrado que producen una incidencia de osteonecrosis disbárica de hasta un 8 % a presiones relativamente moderadas.
Las nuevas tablas de descompresión de oxígeno alemanas, elaboradas por Faesecke en 1992, se han utilizado con éxito en la construcción del túnel que atraviesa el canal de Kiel. Las nuevas tablas de oxígeno francesas también parecen excelentes en teoría, pero aún no se han utilizado en un proyecto de gran envergadura.
Con la ayuda de un ordenador, que analizó los datos de inmersiones comerciales con o sin éxito recopilados durante 15 años, Kindwall y Edel elaboraron las tablas de descompresión para cajones del US National Institute for Occupational Safety and Health en 1983 (Kindwall, Edel y Melton1983), a partir de un enfoque empírico que eliminaba los inconvenientes de los modelos matemáticos. Estos últimos se utilizaron únicamente para interpolaciones a partir de los datos reales. Los resultados de la investigación en la que se basaron las tablas muestran que cuando se respiraba aire durante la descompre- sión, el programa de las tablas no producía ED. Ahora bien, los tiempos utilizados eran excesivamente largos y, por lo tanto, poco prácticos para el sector de la construcción. Cuando se calculó la variante de oxígeno de la tabla, sin embargo, se observó que el tiempo de descompresión podía acortarse a tiempos similares, o incluso menores, a los de las tablas OSHA actuales, mencionadas antes. Las nuevas tablas se aplicaron posteriormente a individuos no habituados de distintas edades, a presiones entre 0,95 y 3,13 bars, variables en incrementos de 0,13 bars. Los niveles medios de trabajo se simularon mediante el levantamiento de peso y el uso del tapiz rodante durante la exposición. Los tiempos de exposición fueron lo más largos posible, combinando el tiempo de trabajo y el tiempo de descompresión y ajustándolos a una jornada laboral de ocho horas. Estos son los únicos programas que se utilizarán en la práctica real para el trabajo por turnos. No se describió ED durante las pruebas y la exploración y radiografías óseas no mostraron osteonecrosis disbárica. Hasta la fecha, estos son los únicos programas de descompresión probados en laboratorio que existen para los trabajadores en entornos de aire comprimido.

Descompresión: Descompresión de los buzos
La mayoría de los programas modernos de descompresión para buzos y trabajadores de cajones de inmersión se basan en modelos matemáticos similares a los desarrollados inicialmente por J.S. Haldane en 1908, a raíz de ciertas observaciones empíricas sobre los parámetros de descompresión permisibles. Haldane observó que las cabras toleraban una reducción de la presión a la mitad sin presentar síntomas. A partir de ahí, para facilitar los cálculos matemáticos, elaboró un modelo basado en cinco tejidos corporales distintos con diferentes velocidades de carga y descarga de nitrógeno, basándose en la ecuación clásica de semivida. A continuación, elaboró unas tablas de descompresión que no superaban la relación 2:1 en ninguno de los tejidos. Posteriormente, el modelo de Haldane se ha modificado empíri- camente para ajustarlo a la tolerancia observada en los buzos. Sin embargo, todos los modelos matemáticos para la carga y la eliminación de gases tienen algún fallo, ya que no existe ninguna tabla de descompresión en la que la seguridad se mantenga o aumente a medida que aumenta el tiempo o la profundidad de la inmersión.
Las tablas de descompresión más fiables en este momento para el buceo con aire comprimido son probablemente las de la Marina canadiense, conocidas como tablas DCIEM (Defence and Civil Institute of Environmental Medicine). Estas tablas han sido comprobadas exhaustivamente con buzos no habituados en condiciones muy diversas y ofrecen una tasa muy baja de enfermedad por descompresión. Otras tablas de descompresión comprobadas en situaciones reales son las normas nacionales francesas, elaboradas originalmente por la empresa francesa de submarinismo Comex.
Las tablas de descompresión de la Marina de EE.UU. no son fiables, especialmente cuando se utilizan en condiciones límite. En la práctica, los buzos experimentados de la Marina de EE.UU. realizan la descompresión a mayor profundidad [3 m(10 pies)] o durante más tiempo que los indicados. Las Tablas de descompresión de aire para la exposición excepcional son particularmente poco fiables y su utilización ha dado lugar a enfermedad por descompresión en un 17 % a 33 % de todas las inmersiones experimentales. En general, las paradas de descompresión indicadas en las tablas de la Marina de EE.UU. se realizan a muy poca profundidad.

Descompresión: Habituación
La habituación o aclimatación es un fenómeno que se presenta en los buzos y en los trabajadores en entornos de aire comprimido, en virtud del cual se vuelven menos susceptibles a la ED después de varias exposiciones. La aclimatación puede producirse al cabo de aproximadamente una semana de exposición diaria, pero se pierde tras una interrupción del trabajo de entre 5 días y una semana, o por un aumento repentino de la presión. Por desgracia, las empresas constructoras confían en la aclimatación para realizar trabajos que se consideran inadecuados en cualquier tabla de descompresión. Para aprovechar al máximo la utilidad de la aclimatación, los trabajadores nuevos suelen comenzar a trabajar la mitad del turno para permitir que se habi- túen sin presentar ED. Por ejemplo, la Tabla japonesa 1, que se aplica actualmente a los trabajadores en entornos de aire compri- mido, utiliza jornadas partidas, con una exposición al aire comprimido por la mañana y otra por la tarde y un intervalo de una hora en la superficie entre cada exposición. La descompresión de la primera exposición es de aproximadamente el 30 % de la que indica la Marina de EE.UU., y la de la segunda, de sólo el 4 %. Sin embargo, la habituación permite esta desviación de la descompresión fisiológica. Los trabajadores con una susceptibilidad normal a la enfermedad por descompresión suelen abandonar voluntariamente este tipo de trabajo.
El mecanismo de habituación o aclimatación se desconoce. Con todo, aunque el trabajador no sienta dolor, pueden producirse daños cerebrales, óseos o tisulares. La resonancia magnética (RM) del cerebro, en el caso de los trabajadores en entornos de aire comprimido revela hasta cuatro veces más cambios que los observados en controles realizados en personas de la misma edad (Fueredi, Czarnecki y Kindwall 1991). Estos cambios reflejan probablemente infartos lagunares.
• Mecanismo de las lesiones por descompresión: Principios de la captación y la liberación de gases
La descompresión puede afectar a un trabajador hiperbárico por uno de dos mecanismos principales. El primero es consecuencia de la captación de gas inerte durante la exposición hiperbárica y la formación de burbujas en los tejidos durante y después de la descompresión subsiguiente. Generalmente se considera que los gases metabólicos (oxígeno y dióxido de carbono), no contribuyen a la formación de burbujas. Aunque se trata, con toda probabilidad, de una suposición falsa, el error consecuente es mínimo y, por lo tanto, en este capítulo la consideramos válida.
Durante la compresión (aumento de la presión ambiente) del trabajador y durante todo el tiempo que permanece en un entorno presurizado, la tensión del gas inerte inspirado y arterial aumenta en relación con la que ocurre en condiciones de presión atmosférica normal. Los tejidos captan los gases inertes hasta que se establece un equilibrio entre las tensiones del gas inerte inspirado, arterial y tisular. El tiempo transcurrido hasta alcanzar tal equilibrio varía desde menos de 30 minutos hasta más de un día, en función del tipo de tejido y de gas involu- crados. En particular, varía dependiendo de:
• el aporte sanguíneo al tejido;
• la solubilidad del gas inerte en la sangre y en el tejido;
• la difusión del gas inerte en la sangre y en el tejido;
• la temperatura del tejido;
• la carga local de trabajo del tejido,
• la tensión local de dióxido de carbono del tejido.


En la descompresión posterior del trabajador hiperbárico hasta la presión atmosférica normal se invierte el proceso: el gas se libera de los tejidos y finalmente se espira. La velocidad de esta liberación está determinada por los factores antes indicados, pero, por motivos que no se conocen muy bien, parece ser más lenta que la captación. Y la eliminación del gas es aún más lenta
si se forman burbujas. Los factores que influyen en la formación de burbujas son bien conocidos cualitativamente, pero no cuan- titativamente. Para que se forme una burbuja, su energía debe ser suficiente para vencer la presión ambiente, la tensión de la presión superficial y la presión del tejido elástico. Las discrepan- cias entre las predicciones teóricas (de tensión superficial y de volúmenes críticos para el crecimiento de las burbujas) y la observación real de la formación de burbujas se explican por argumentos tales como la formación de burbujas en los defectos de la superficie del tejido (vasos sanguíneos) o por la formación continua de pequeñas burbujas de vida corta (núcleos) en el organismo (por ejemplo, entre los planos de los tejidos o en las áreas de formación de cavidades. Las condiciones previas para que el gas salga de la solución tampoco están claramente defi- nidas, aunque es probable que las burbujas se formen siempre que la tensión de gas en los tejidos supere la presión ambiente. Una vez formadas, las burbujas producen lesiones (véase más adelante) y aumentan progresivamente su estabilidad al unirse e incorporar surfactantes a la superficie de la burbuja. Es posible que se formen burbujas sin descompresión si se cambia el gas inerte que respira el trabajador hiperbárico. El efecto es probablemente pequeño y los trabajadores en los que aparece repentinamente la enfermedad por descompresión después de un cambio en el gas inerte inspirado, muy probablemente tenían ya burbujas “estables” en sus tejidos.
Por consiguiente, es evidente que para una práctica del trabajo segura, debe utilizarse un programa de descompresión para evitar la formación de burbujas. Para esto, es necesario contar con un modelo de:
• la captación del gas o gases inertes durante la compresión y la exposición hiperbárica;
• la eliminación del gas o gases inertes durante y después de la descompresión,
• las condiciones para la formación de burbujas.


Es razonable afirmar que hasta la fecha no se cuenta con un modelo totalmente satisfactorio de la cinética y la dinámica de la descompresión y que los trabajadores hiperbáricos se basan en programas establecidos fundamentalmente por ensayo y error.
Descompresión: Descompresión de los buzos
La mayoría de los programas modernos de descompresión para buzos y trabajadores de cajones de inmersión se basan en modelos matemáticos similares a los desarrollados inicialmente por J.S. Haldane en 1908, a raíz de ciertas observaciones empíricas sobre los parámetros de descompresión permisibles. Haldane observó que las cabras toleraban una reducción de la presión a la mitad sin presentar síntomas. A partir de ahí, para facilitar los cálculos matemáticos, elaboró un modelo basado en cinco tejidos corporales distintos con diferentes velocidades de carga y descarga de nitrógeno, basándose en la ecuación clásica de semivida. A continuación, elaboró unas tablas de descompresión que no superaban la relación 2:1 en ninguno de los tejidos. Posteriormente, el modelo de Haldane se ha modificado empíri- camente para ajustarlo a la tolerancia observada en los buzos. Sin embargo, todos los modelos matemáticos para la carga y la eliminación de gases tienen algún fallo, ya que no existe ninguna tabla de descompresión en la que la seguridad se mantenga o aumente a medida que aumenta el tiempo o la profundidad de la inmersión.
Las tablas de descompresión más fiables en este momento para el buceo con aire comprimido son probablemente las de la Marina canadiense, conocidas como tablas DCIEM (Defence and Civil Institute of Environmental Medicine). Estas tablas han sido comprobadas exhaustivamente con buzos no habituados en condiciones muy diversas y ofrecen una tasa muy baja de enfermedad por descompresión. Otras tablas de descompresión comprobadas en situaciones reales son las normas nacionales francesas, elaboradas originalmente por la empresa francesa de submarinismo Comex.
Las tablas de descompresión de la Marina de EE.UU. no son fiables, especialmente cuando se utilizan en condiciones límite. En la práctica, los buzos experimentados de la Marina de EE.UU. realizan la descompresión a mayor profundidad [3 m(10 pies)] o durante más tiempo que los indicados. Las Tablas de descompresión de aire para la exposición excepcional son particularmente poco fiables y su utilización ha dado lugar a enfermedad por descompresión en un 17 % a 33 % de todas las inmersiones experimentales. En general, las paradas de descompresión indicadas en las tablas de la Marina de EE.UU. se realizan a muy poca profundidad.

Toxicidad por oxígeno (II)
pesar de que el mecanismo de la toxicidad pulmonar y cerebral del oxígeno se ha investigado activamente durante más de 50 años, aún no se conoce completamente. Se sabe, sin embargo, que ciertos factores potencian la toxicidad y disminuyen el umbral de las convulsiones. El ejercicio, la retención de CO2, el uso de esteroides, la aparición de fiebre o escalofríos, la ingestión de anfetaminas, el hipertiroidismo y el miedo pueden afectar la tolerancia al oxígeno. Así, un individuo que como experiencia permanece quieto en una cámara seca presurizada, tiene una tolerancia muy superior a la de un buzo que trabaja sin cesar en agua fría debajo de un barco enemigo. El buzo militar puede experimentar frío y temor, realizar un ejercicio arduo y presentar una acumulación de CO2 si utiliza un circuito cerrado de oxígeno, y es posible que presente convulsiones al cabo de 10-15 minutos de trabajo a una profundidad de tan solo 12 m, mientras que un paciente que permanece inmóvil en una cámara seca puede tolerar fácilmente una presión de 20 m durante 90 minutos sin riesgo grave de presentar convulsiones. Los buzos que realizan ejercicio pueden estar expuestos a presiones parciales de oxígeno de hasta 1,6 ATA durante períodos cortos de hasta 30 minutos, lo que equivale a respirar oxígeno al 100 % a una profundidad de 6 m. Conviene señalar que nadie debería exponerse a un aire con 100 % de oxígeno a presiones superiores a 3 ATA ni por tiempos superiores a 90 minutos, ni siquiera en una situación de inactividad.
La susceptibilidad a las convulsiones varía considerablemente de un individuo a otro, y de un día a otro en el mismo individuo. De ahí la práctica inutilidad de los ensayos de “tolerancia al oxígeno”. La administración de fármacos anticonvulsivos, como el fenobarbital o la fenitoína, evita las convulsiones por oxígeno, pero no reduce la lesión cerebral o de médula o espinal perma- nente cuando se exceden los límites de presión o de tiempo.


La descompresión puede afectar a un trabajador hiperbárico por uno de dos mecanismos principales. El primero es consecuencia de la captación de gas inerte durante la exposición hiperbárica y la formación de burbujas en los tejidos durante y después de la descompresión subsiguiente. Generalmente se considera que los gases metabólicos (oxígeno y dióxido de carbono), no contribuyen a la formación de burbujas. Aunque se trata, con toda probabilidad, de una suposición falsa, el error consecuente es mínimo y, por lo tanto, en este capítulo la consideramos válida.
Durante la compresión (aumento de la presión ambiente) del trabajador y durante todo el tiempo que permanece en un entorno presurizado, la tensión del gas inerte inspirado y arterial aumenta en relación con la que ocurre en condiciones de presión atmosférica normal. Los tejidos captan los gases inertes hasta que se establece un equilibrio entre las tensiones del gas inerte inspirado, arterial y tisular. El tiempo transcurrido hasta alcanzar tal equilibrio varía desde menos de 30 minutos hasta más de un día, en función del tipo de tejido y de gas involu- crados. En particular, varía dependiendo de:
• el aporte sanguíneo al tejido;
• la solubilidad del gas inerte en la sangre y en el tejido;
• la difusión del gas inerte en la sangre y en el tejido;
• la temperatura del tejido;
• la carga local de trabajo del tejido,
• la tensión local de dióxido de carbono del tejido.


En la descompresión posterior del trabajador hiperbárico hasta la presión atmosférica normal se invierte el proceso: el gas se libera de los tejidos y finalmente se espira. La velocidad de esta liberación está determinada por los factores antes indicados, pero, por motivos que no se conocen muy bien, parece ser más lenta que la captación. Y la eliminación del gas es aún más lenta
si se forman burbujas. Los factores que influyen en la formación de burbujas son bien conocidos cualitativamente, pero no cuan- titativamente. Para que se forme una burbuja, su energía debe ser suficiente para vencer la presión ambiente, la tensión de la presión superficial y la presión del tejido elástico. Las discrepan- cias entre las predicciones teóricas (de tensión superficial y de volúmenes críticos para el crecimiento de las burbujas) y la observación real de la formación de burbujas se explican por argumentos tales como la formación de burbujas en los defectos de la superficie del tejido (vasos sanguíneos) o por la formación continua de pequeñas burbujas de vida corta (núcleos) en el organismo (por ejemplo, entre los planos de los tejidos o en las áreas de formación de cavidades. Las condiciones previas para que el gas salga de la solución tampoco están claramente defi- nidas, aunque es probable que las burbujas se formen siempre que la tensión de gas en los tejidos supere la presión ambiente. Una vez formadas, las burbujas producen lesiones (véase más adelante) y aumentan progresivamente su estabilidad al unirse e incorporar surfactantes a la superficie de la burbuja. Es posible que se formen burbujas sin descompresión si se cambia el gas inerte que respira el trabajador hiperbárico. El efecto es probablemente pequeño y los trabajadores en los que aparece repentinamente la enfermedad por descompresión después de un cambio en el gas inerte inspirado, muy probablemente tenían ya burbujas “estables” en sus tejidos.
Por consiguiente, es evidente que para una práctica del trabajo segura, debe utilizarse un programa de descompresión para evitar la formación de burbujas. Para esto, es necesario contar con un modelo de:
• la captación del gas o gases inertes durante la compresión y la exposición hiperbárica;
• la eliminación del gas o gases inertes durante y después de la descompresión,
• las condiciones para la formación de burbujas.


Es razonable afirmar que hasta la fecha no se cuenta con un modelo totalmente satisfactorio de la cinética y la dinámica de la descompresión y que los trabajadores hiperbáricos se basan en programas establecidos fundamentalmente por ensayo y
El fuego es siempre una preocupación importante durante el trabajo en un túnel de aire comprimido y durante el funcionamiento de las cámaras hiperbáricas clínicas. Cuando se trabaja en un cajón de aire comprimido con paredes y techo de acero y un suelo formado exclusivamente por tierra orgánica no combustible, puede producirse una falsa sensación de seguridad. Sin embargo, incluso en tales condiciones un incendio de origen eléctrico puede quemar los aislantes, sumamente tóxicos, y matar o incapacitar a una cuadrilla de trabajadores muy rápidamente. En los túneles con encofrado de madera debajo del hormigón el peligro es aún mayor, al igual que en los túneles en los que se ha utilizado aceite hidráulico y paja para calafatear, pueden representar un combustible adicional.
En condiciones hiperbáricas, el fuego es siempre más intenso, ya que hay más oxígeno para la combustión. Un aumento del 21 % al 28 % en el porcentaje de oxígeno doblará la velocidad de combustión. A medida que aumenta la presión, aumenta la cantidad de oxígeno para la combustión. Y el aumento es igual al porcentaje de oxígeno existente, multiplicado por el número de atmósferas en términos absolutos. Por ejemplo, a una presión de 4 ATA (equivalente a 30 m de agua de mar), el porcentaje efectivo de oxígeno es del 84 % en aire comprimido. Con todo, debe recordarse que aunque la combustión se acelera notable- mente en estas condiciones, no es igual a la velocidad de combustión con un 84 % de oxígeno a una atmósfera. La razón está en que el nitrógeno presente en la atmósfera tiene un cierto efecto de extinción. El acetileno no puede utilizarse a presiones superiores a un bar, debido a sus propiedades explosivas. No obstante, es posible utilizar oxígeno y otros gases para cortar el acero. Ya se ha hecho de forma segura a presiones de hasta 3 bares, aunque ha de tenerse mucho cuidado y debe haber una persona con una manguera de incendios al lado para extinguir inmediatamente cualquier fuego que se inicie si una chispa entra en contacto con algo combustible.
Para que haya fuego es necesario que estén presentes tres elementos: el combustible, el oxígeno y una fuente de ignición. Si falta alguno de los tres, el fuego no se producirá. En condiciones hiperbáricas, es casi imposible eliminar el oxígeno, a menos que el equipo que se está utilizando pueda insertarse en el medio llenándolo o rodeándolo de nitrógeno. Si no puede eliminarse el combustible, debe evitarse la fuente de ignición. En el trabajo hiperbárico clínico, debe tenerse mucho cuidado para evitar que el porcentaje de oxígeno en la cámara de varios compartimentos aumente por encima del 23 %. Además, todo el equipo eléctrico en el interior de la cámara debe ser intrínsecamente seguro, sin posibilidad de producir un arco eléctrico. El personal de la cámara debe utilizar ropa de algodón tratada para retardar la ignición. Ha de existir un sistema de aspersión de agua, así como mangueras manuales contra incendios con una fuente independiente. Si ocurre un incendio en una cámara hiperbárica clínica, no existe la posibilidad de escapar inmediatamente, por lo que el fuego debe extinguirse utilizando la manguera y el sistema aspersor.


YMED

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